En 1982, los psiquiatras James Hillard y John Buckman publicaron ‘Christmas Depression’, un artículo que pretendía arrojar luz sobre un mito muy extendido en la época y que todavía hoy sigue vivo: la Navidad tiene un efecto depresógeno en las personas.

En su artículo, Hillard y Buckman repasan distintos estudios para acabar concluyendo que “la ciencia nunca ha demostrado un incremento de la psicopatología en Navidad”. De hecho, los investigadores explican que en diciembre la tasa de suicidios, los ingresos psiquiátricos y las emergencias psiquiátricas en los hospitales se reducen, aunque experimentan un repunte bastante pronunciado en enero.

No fue hasta 2011 cuando los hermanos Sansone publicaron un artículo en el que revisaban los estudios publicados desde 1980 que exploraban el efecto de la Navidad en la salud mental. Uno de los motivos fue, en palabras de los propios autores, la incesante cantidad de información que los medios publican en estas fechas con recomendaciones y consejos relacionados con la Navidad sin, en muchos casos, hacer referencia a estudios

científicos que los respalden. Tras esta revisión, los Sansone llegaron a dos conclusiones principales.

La primera, que los resultados hallados por Hillard y Buckman se seguían repitiendo, es decir, que los días justo anteriores y durante Navidad se reducen las atenciones en emergencias psiquiátricas, las conductas autolesivas, los intentos de suicidio y los suicidios consumados (en algunos casos hasta un 25% menos) aunque experimentan una importante subida después de vacaciones.

La segunda conclusión fue que existía evidencia de que el estado de ánimo empeora durante las fiestas navideñas, así como aumentan los problemas relacionados con el alcohol, tanto intoxicaciones alcohólicas como muertes relacionadas con el alcohol. Este efecto depresor de la Navidad ha encontrado réplica en otros estudios como el de Mutz (2016) en el que se demostró que la satisfacción con la vida y el bienestar emocional experimentan una reducción en período navideño en prácticamente todos los países europeos.

¿Por qué nos deprimimos en Navidad?

Existen distintos factores estresantes que pueden explicar el efecto negativo que tiene la Navidad en nuestro estado de ánimo:

  • Aumento de la ingesta de comida
  • Mayor estrés relacionado con el gasto económico
  • Consumo de sustancias (alcohol, cocaína)
  • Interacción con parientes

Sin embargo, tal y como defienden los autores en ‘Christmas Depression’ la mayoría de las personas afrontan estos estresores de manera adecuada sin ver comprometido su estado anímico. Además, existen otros factores de protección que de alguna manera compiten con los factores de riesgo, como es la alta tasa de refuerzo positivo recibida en navidades, el aumento del apoyo social, etc.

Entonces, ¿por qué nos deprimimos? Uno de los factores causales más relevantes de la depresión navideña parece ser la creencia en el mito de que todo el mundo está pasando un buen rato rodeado de sus seres queridos.

De entre los pacientes psiquiátricos que ingresan en Navidad, la mayoría menciona los sentimientos de soledad y el no tener familia como motivos más frecuentes.

La otra causa más probable puede encontrarse en el llamado efecto “promesa rota”: se depositan unas expectativas muy elevadas en ciertos momentos del año y al no ser estos tan felices como uno espera se produce un aumento de la sintomatología depresiva. Algunas pruebas que parecen confirmar este efecto son que los picos más altos de suicidios suelen venir después de momentos muy señalados como el fin de semana o las vacaciones y de otras fiestas como Pascua o el Día de la Independencia.

Este efecto rebote, en palabras de Martin Plöderl, puede deberse al reducido apoyo social, el consumo de alcohol, las expectativas incumplidas y los cambios en la percepción del futuro que suelen darse a partir de Año Nuevo, el día del año en el que más suicidios se consuman.

Probablemente el cambio de año facilita una revisión de lo vivido durante el anterior y una reevaluación de las razones para vivir o morir ya que representa una transición marcada entre un período antiguo y uno nuevo.

Consejos para no deprimirse en Navidad

La primera clave, basándonos en los resultados de los estudios, puede consistir en alterar lo menos posible nuestros hábitos en Navidad. Hacer algo de deporte, evitar comidas excesivamente copiosas, planificar el gasto y limitar la ingesta de alcohol pueden prevenir sentimientos de culpabilidad y de tristeza posteriores.

La segunda, por supuesto, debe ser generar unas expectativas lo más realistas posibles de las fiestas, entendiendo éstas como un momento de felicidad y de festejo pero también seguramente de situaciones negativas que deben ser asumidas. Solo de esta manera evitaremos decepciones y esperanzas no cubiertas, los dos factores que definen el efecto “promesa rota”.

¿Pero lo más importante? Disfrutar de los momentos positivos que traen estas fechas ya que está más que demostrado el efecto protector que tienen las experiencias emocionales con carga positiva a la hora de prevenir problemas emocionales como la depresión.