El primer Renault Zoe con las nuevas baterías de 41 kWh, el de mayor autonomía jamás construido, ya está disponible en Balears. Y para probarlo por primera vez el destino ha querido que las ecoRUTAS by Renault estuvieran acompañadas por un temporal siberiano como hacía años que no se veía.

De todos es sabido que el frío y las baterías -sean del tipo que sean- no son buenos compañeros, así que lejos de amilanarnos decidimos enfrentar por primera vez al nuevo Renault Zoe contra los elementos. Al problema de cómo las bajas temperaturas afectan a las baterías -en la columna de la derecha queda perfectamente explicado- se le añadió el hecho de que hacía un frío importante, con temperaturas bajo cero en lo alto de la Serra. Eso suponía circular con la calefacción en marcha, y como estábamos dispuestos a ponérselo difícil al nuevo Zoe, decidimos hacer toda la jornada con la calefacción al máximo.

En un vehículo eléctrico, al contrario que en uno con motor de combustión tradicional, el calor se debe generar de forma artificial. Mientras que un vehículo convencional aprovecha el calor generado por el motor para calentar el habitáculo, al no haber motor de combustión en un vehículo eléctrico tampoco se produce calor alguno, por lo que calentar el habitáculo supone generar calefacción mediante el propio sistema eléctrico, reduciendo todavía más la duración de las baterías.

Ante semejante reto, la verdad es que no esperábamos que el nuevo Zoe llegara a darnos ni la mitad de autonomía homologada oficialmente en la medición NEDC, de 400 kilómetros. Esta medición, realizada en una nave cerrada y en unas condiciones muy concretas, suele dar autonomías superiores a las obtenidas en condiciones de conducción real. Teniendo en cuenta las experiencias anteriores con otros vehículos eléctricos, y que en esta ocasión circulábamos con temperaturas de entre -1º y 3º, además de con la calefacción al máximo, 200 kilómetros habría sido lo normal. Pero no fue así. Sorprendentemente el nuevo Renault Zoe nos permitió circular durante 255 km. y cuando volvimos a la redacción todavía quedaba energía para realizar otros 30 o 40. Entre 280 y 290 kilómetros de autonomía en las peores condiciones posibles. Para quitarse el sombrero.