–Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Cualquier obispo pasado fue mejor?"

–Me iba mejor con Don Teodor Ubeda, que está más valorado desde que falta. Su sucesor ni quería ni podía ni sabía llenar ese vacío. En un homenaje de ARCA a su predecesor, se detectaban a contraluz las carencias del actual. Es bueno que no haya un cambio tan rotundo en una diócesis.

–¿Es Jesús Murgui el obispo adecuado para Mallorca?

–Si él mismo dice que no nos entiende, ¿a ti qué te parece? Es el obispo de Mallorca, no de Valencia. Nosotros no cambiaremos de lengua ni de costumbres.

–Quizás el obispo quiere irse.

–Es un rumor que circula hace tiempo, él ha de decidir su actitud.

–Se irá casi sin haber llegado.

–En seis años, el obispo ha tenido oportunidad para entendernos, pero sigue hablando valenciano, en lugar de catalán de Mallorca. Es una indelicadeza. En Perú, yo hice el esfuerzo de adaptarme al acento local.

–En cambio, el obispo tiene fascinadas a las hijas de Letizia Ortiz.

–Un niño es inocente, por lo que le encanta un señor al que ve con el gorro y el báculo. El obispo tiene cualidades, pero el pobre es tan tímido que le perjudica. No se siente cómodo en la corta distancia.

–A usted y a Jesús Murgui sólo les une ya el odio a Miquel Barceló.

–El no ha sido explícito. Deduces lo que piensa, pero no lo dice. El obispo calla demasiado de cara a la sociedad, es notablemente diferente a Don Teodor.

–El obispo va con un guardaespaldas.

–Tiene gestos guapos hacia los sacerdotes mayores, pero tú quieres que te reciba él solo, y no acompañado de otro. Si quiere ser obispo de Mallorca, tiene el camino trazado, ha de cambiar y abrir su abanico.

–En su carta de dimisión, habla usted de "falta de comunicación".

–No comento la carta, pero mi comunicación con el obispo es muy de tanto en tanto, sin fluidez. No es una relación confiada. Alguna vez me ha recibido con el vicario general Lluc Riera, me avisó en el último momento.

–Porque usted ataca más a Lluc Riera que al obispo.

–Es difícil distinguir si las decisiones las toma el obispo o Riera, que tiene el poder y es el hombre fuerte de la diócesis. En los austrias, sería el valido.

–Un valido con ansias sucesorias.

–El lo sabrá, "de internis nec Ecclesia".

–¿Cómo reaccionaría usted si nombraran obispo a Lluc Riera?

–Esperaría un año a tomar cualquier decisión, y en ese tiempo seguiría con mi trabajo.

–¿No será que quiere usted ser obispo en lugar del obispo?

–Después de esta entrevista, me has inhabilitado –por emplear un término de Derecho Canónico– para serlo.

–¿Y por qué sigue hablando?

–Me lo he pensado tres años y, después de madurarlo, veo que me parezco cada vez más a mi padre, un hombre sin estudios pero razonador que llamaba al pan pan. Prometí obediencia y reverencia a mi obispo, pero hay valores superiores como la justicia. No conozco ninguna partitura en la que todos callen.

–Divisiones políticas en la Iglesia de Dios.

–Felizmente las hay y, quien se sorprenda, desconoce la naturaleza humana. La mayoría del clero mallorquín me ha entendido, a los mayores les ha costado.

–El protonotario apostólico le ha acusado en este diario de que "como canónigo tiene holgada remuneración".

–Mi remuneración es la misma que recibe un sacerdote. El protonotario gana más que yo, y desde luego que se lo merece. Ocurre que los canónigos tenemos mala fama.

–Sus colegas dicen de usted que "es un poco especial".

–He cambiado mucho. Me puedo haber hecho daño con esta entrevista, porque la Iglesia no juega cómoda con los medios de comunicación, pero no quería contribuir más a la apatía. ¿Se ha de hablar o callar? Hay partidarios del secretismo, pero mira lo que sucedió con Marcial Maciel, de los Legionarios. Soy indulgente, pero a un delincuente no lo paso.

–¿Qué haría usted si supiera de un caso de pederastia sacerdotal en la diócesis?

–Acudiría al obispo y, de no recibir respuesta, a las instancias superiores de la Iglesia.

–En toda la entrevista no se ha referido usted a Jesús Murgui por su nombre.

–Me dirijo habitualmente a él como "Don Jesús" o "Señor Obispo". Hoy emplearía más la segunda expresión.