Vivo con Rosa Estarás desde 1993. Ella encarnaba en aquel momento la renovación del Govern, después de una década de paleocañellismo de naftalina. Prefiero no leer lo que escribí entonces, para no sonrojarme por mi candor. Si no están ustedes para melodramas y han venido hasta aquí para saciarse de datos, piensen en la situación del PP por aquellas fechas, y a qué sima cleptómana lo ha guiado la fugitiva de Bruselas. De fracaso en fracaso, rodeada de personajes cada vez más mediocres. Se puede afirmar que ambos perdimos simultáneamente la fe en la política, aunque en su caso para acceder a religiones más lucrativas. El pasado viernes apostató en público del único trabajo que ha tenido, aunque lo hizo a cambio de ingresar un sueldo superior al de Zapatero. Obviamente, después de exigirle austeridad a Antich.

Tenía planeada mi vida sin Rosa Estarás. Lo comprobarán si rescatan nuestra homilía dominical del 24 de mayo, bajo el visionario titular de "Estarás ha presentado a su sucesor en Génova". La aludida dijo que era mentira, la palabra más frecuente en sus labios cuando se formula una verdad sobre ella. Su inmediata sustitución por José Ramón Bauzá despejará cualquier duda en torno a la frase "a éste tenéis que cuidarlo", que pronunció en la sede madrileña de su partido.

La confusión entre verdad y mentira –secuela de las patologías que Estarás exhibe sin pudor– la llevó a considerar su promoción a Bruselas como una decisión inesperada de Rajoy. De inmediato, Génova corrigió a la desmemoriada, recordando que había suplicado esa evasión. Con su crédito agotado, deja en herencia al balbuceante Bauzá. Fue elegido por mayoría porque los resabiados tiburones del PP balear prefieren descuartizarlo cuando ya es presidente, en lugar de desgastar el esmalte de sus colmillos con un simple candidato. En las tragedias griegas, el coro siempre sobrevive a los individuos.

Bauzá deberá demostrar que posee escamas y agallas –pésima película del mismo título, ni se le ocurra–, después de años huroneando por las trasteras. Presidente con espejo incorporado, aporta la fotogenia que Estarás nunca pudo conseguir. Nadie recuerda una sola palabra que le haya dedicado en nuestras dos décadas de convivencia, pero todavía hoy me sonsacan el monográfico que consagró esta sección al trajín de sus peinados, otra prueba de la inseguridad de quien nunca supo el papel que deseaba jugar. Por supuesto, es vergonzoso centrarse en la imagen de los políticos. El aspecto nunca ha influido en nuestro concepto de un cargo público, ya sea Obama o Carla Bruni.

Entre los cambios incipientes, a Antoni Pastor no le ha importado vender a su mentor Jaume Font, a cambio de la cabeza de cartel para el Consell Inmobiliario de Mallorca en 2011, Operación Mapau mediante. Esta candidatura desenmascaró el nulo atractivo electoral de Estarás. Tras la fuga de James Matas que presagiaba la suya, hablé con la presidenta saliente del PP. Se negaba a aceptar la necesidad de un congreso, habría salvado su figura si se hubiera limitado a timonear la transición. No hizo ni una cosa ni otra. La conversación acabó con la incertidumbre de un "¿no te parece?" No me parecía, pero jamás apartaría a un político de su voluntarioso galope hacia el precipicio.

"Mírala, qué guapa es". Así se expresaba Gabriel Cañellas, en la primera fila de un mitin en el que había tomado la palabra su dilecta Estarás. También fue aquí donde usted leyó antes la advertencia que le remitió por carta. "Si no cambias a toda la primera bancada del Parlament, date por muerta". Hoy lloramos su cadáver político, más sabe el diablo por viejo. Sin embargo, los supervivientes del naufragio de Matas continúan enredando. Hay más tendencias en el hexapartito del PP que en el Govern.

Cañellas puede enviar una copia de su carta fatídica a Bauzá, sin más que cambiar el género en un explícito "date por muerto". Una de las escasas evidencias del PP balear es que todas las personas vinculadas a Matas –incluidos Fiol o Rodríguez– han quedado carbonizadas, y su lastre electoral es muy superior a su valía. Con una exigencia mínima, deberían desaparecer para siempre. ¿Tiene el alcalde de Marratxí la energía para reclamarles la extinción? En la respuesta radica su supervivencia política, ahora mismo más frágil que la de su predecesora.

Si a un genio del marketing electoral le plantearan la reconstrucción de la derecha mallorquina desde cero o la rehabilitación de las ruinas del PP, abrazaría la primera opción sin dudarlo. De ahí que la autodisolución acelerada se convierta en una vía intermedia. Cuántas veces a lo largo de nuestras vidas disponemos de una oportunidad de hacer tábula rasa. También los populares pueden experimentar con su propia configuración. Viven una fase de liberación forzosa, pero tienden a desaprovechar esas ocasiones y a acabar esposados. Lo cual nos lleva tangencialmente a la personación de los cinco del Palma Arena en dependencias judiciales, el uno y el quince de cada mes. En la primera de esas citas obligatorias, uno de los imputados se presentó en los juzgados a las seis de la mañana, despertando a los funcionarios de guardia. O no quería arriesgarse a una nueva detención, o temía que lo reconocieran.

Hay una forma corrupta de analizar la corrupción, como simple herramienta electoral. Esa actitud vicariamente degenerada corresponde al PSOE, que gandulea mientras calcula los diputados que lleva perdidos la derecha. A falta de saber si el PP se presentará a las elecciones –con su cartel actual, la medida más sabia consistiría en ausentarse de los comicios–, los delirios imperiales de Aina Calvo pueden costarle más votos a los socialistas que los escándalos al PP.

Euroestarás no nos deja mejores, sólo más viejos, un poco raídos para estrenar otra remesa de cachorros prometedores que se sumirán en el desenfreno y falsificarán actas, espiarán a sus adversarios, intentarán robar votos en Sudamérica, se gastarán los fondos públicos en prostíbulos, esconderán el botín de sus desafueros en la caja de la playstation, se comerán nuestra langosta con las manos. Para evitar una reedición de los tópicos de la corrupción y renovarlos, presento desde aquí mi candidatura a presidente del PP balear, el cargo por el que vengo pugnando desde hace años. No tengo menos posibilidades que cualquier otro aspirante, y el partido me importa tanto como a ellos.

Reflexión dominical estratégica: "Fracasaba con las mujeres porque les reprochaba sus contradicciones, en lugar de sacar provecho de ellas".