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Gaspar Bennazar

La sólida huella de un arquitecto singular

La ingente obra dejada por el arquitecto mallorquín Gaspar Bennazar está presente en cualquier lugar de Palma. Diversas entidades organizan actos para recordarlo

Gaspar Bennazar nació con el siglo XIX adentrándose de lleno en su segunda mitad, en 1869, un año después de que en España la revolución denominada La Gloriosa llevase al exilio a Isabel II. Fueron los años del asesinato de Prim, de la monarquía de Amadeo de Aosta y poco después de la Primera República. Años convulsos, que también se dejaron notar, atenuados, en Mallorca. El arquitecto moriría en otra época también convulsa, en 1933, en tiempos de la Segunda República, un año antes de que los sucesos de la Revolución de Octubre sacudieran Asturias y Cataluña. Bennazar murió relativamente joven incluso para los estándares de su época, pero fue un lapso de tiempo más que suficiente para que su herencia arquitectónica haya quedado perennemente unida a Palma, la ciudad en la que vino al mundo. La historiadora del Arte y la Comunicación Audiovisual Pilar Rubí, prepara un curso monográfico, en colaboración con la Obra Social de SaNostra, sobre Bennazar, al tiempo que desde Arca se organiza un ciclo en torno a su figura, sobre "s´arquitecte de Palma".

¿Quién fue Gaspar Bennazar? Pilar Rubí asegura que es uno de los arquitectos más prolíficos de la Mallorca del siglo XX. Dejó muchísima obra en Palma, puesto que al ser el arquitecto municipal de Ciutat y de los reales sitios pudo dar rienda suelta a su enorme capacidad de trabajo. Le correspondió asumir el derribo de las murallas planificado por el ingeniero Calvet, en el denominado Plan Calvet, con el que Palma entró en el siglo XX. Es a Bennazar a quien le tocó iniciar los derribos, que se prolongaron un par de décadas. Pilar Rubi recuerda que tan solo dos años antes de morir, en 1931, coincidiendo con la proclamación de la Segunda República, proyecta y lleva a cabo el edificio del cine Born, hoy ocupado por una mundialmente conocida tienda de ropa. "Siempre estaba a pie de obra", remacha Rubí.

La historiadora reitera la "inagotable" capacidad de trabajo que a lo largo de su carrera mantuvo Bennazar. Cita la realización de s`Escorxador, en 1906. La historiadora del Arte resalta que en su momento la construcción del gran edificio generó muchas críticas, porque se consideraba que sus dimensiones eran excesivas, que Palma no necesitaba una instalación de un tamaño tildado de exagerado, "pero él supo ver que la ciudad iba a crecer mucho, por lo que, inspirándose en los mercados y construcciones de hierro europeas, culminó el proyecto", precisa Pilar Rubí.

No considera que Gaspar Bennazar haya sido un arquitecto revolucionario, rompedor, pero asegura que supo manejar muy bien "los códigos del lenguaje historicista, combinándolos de manera ecléctica hasta conseguir establecer un estilo propio". Rubí explica que el historicismo pretende recuperar los estilos del pasado, que es lo que hace Bennazar, al tiempo que los reiventa. "Estamos, sin duda -afirma-, ante uno de los arquitectos modernistas locales más importantes, en un discípulo del arquitecto del Gran Hotel, Domènech i Muntaner, que es quien lo hace recalar en Palma, ciudad, enfatiza Pilar Rubí, en la que "vayas por donde vayas te topas con una intervención de Bennazar", quien es arquitecto, precisa, "en una época en la que escaseaban, lo que le permitió desarrollar sin trabas su acreditada inagotable capacidad de trabajo".

Capacidad que se puso a prueba en 1910. El rey Alfonso XIII, el bisabuelo de Felipe VI, realizaba un viaje oficial a Mallorca. Palma se preparaba para recibirlo. El alcalde de la ciudad, Luis Alemany, uno de los hombre de máxima confianza del financiero Juan March, expuso a Gaspar Bennazar la imperiosa necesidad de disponer, en la zona marítima, de un paseo en condiciones desde el que tributar al monarca el recibimiento adecuado. En aquel momento todavía no existía lo que hoy es el Paseo de Sagrera. El alcalde Alemany sondeó a Bennazar sobre las posibilidades que veía de hacer algo, alertándolo de que apenas se disponía de unas cuantas horas nocturnas antes de la llegada del rey. Gaspar Bennazar tranquilizó al alcalde diciéndole que todo estaría a punto. Luis Alemany parece que no estaba muy convencido de que el paseo pudiera materializarse en unas cuantas horas, las de la nohe precedente al desembarco del rey Alfonso, a quien acompañaba la reina, Victoria Eugenia. Pero así fue: en una sola noche 200 obreros, trabajando sin parar bajo su dirección, dieron forma al paseo con todas sus intalaciones: faroles eléctricos, bancos de madera y hierro y dos hileras de palmeras. Sagrera se había convertido en realidad. La proeza dejó atónito a todo el mundo, empezando por el alcalde, que se deshizo en elogios hacia Gaspar Bennazar, a quien públicamente agradeció lo que acababa de hacer, al igual que toda la Corporación municipal. El recibimiento oficial a los reyes Alfonso y Victoria Eugenia pudo hacerse contando con un flamante y magnífico paseo por el que transitó la comitiva real.

Sagrera

¿Por qué se proyecto y construyó el paseo de Sagrera? Básicamente, explica Pilar Rubí, porque, además de la visita de Alfonso XIII, dos días después se celebraba la Exposición Regional de Productos de Baleares, organizada por la Cámara de Comercio. Las obras se aceleraron al máximo, hasta el inaudito punto de llevarlas a cabo en una noche, puesto que Alfonso XIII desembarcaba en el puerto de Palma al día siguiente. La Junta de Obras del Puerto había cedido los terrenos ganados al mar para levantar unos pabellones que iban a unirse a La lonja y Consulado del Mar, los dos edificios señeros del paseo, por medio de una pasarela elevada. La zona se había alumbrado a raíz del derribo de la muralla en su lienzo de la puerta del muelle hasta Atarazanas y estaba todavía sin urbanizar. Gaspar Bennazar dejó sobradamente acreditada su extraordinaria capacidad de trabajo así como la relación de cordialidad que mantenía con los obreros, porque de no haber sido así en tan solo una noche el Paseo de Sagrera no podría haberse realizado íntegramente.

Una de las iniciativas de Gaspar Bennazar que de materializarse habría cambiado radiclamente y para siempre la toponimia de Palma fue la de ubicar un gran parque, un genuino pulmón verde, entre la barriada de Santa Catalina y Bellver. El parque, de mayores dimensiones que el casco histórico de Ciutat, hubiera ocupado el espacio de lo que hoy es Son Armadans. Bennazar lo ideó para implimentarlo en una ambiciosa reforma de la ciudad que se quedó en los planos. De haberse llevado a cabo en la actualidad probablemente sería una continuación del castillo y bosque de Bellver. Palma dispondría de una inmensa zona verde equiparable a algunas de las más extensas existentes en las ciudades europeas. El proyecto de Bennazar data del año 1916. No se conocen a ciencia cierta las causas por las que los planos acabaron relegados al olvido, aunque pudo deberse a una cuestión de financiación del proyecto.

El listado de obras de Gaspar Bennazar, dice Pilar Rubí, es casi inacabable. Entre los proyectos realizados por el arquitecto a lo largo de más de 30 años de profesión destacan muchos de los que dan un sello característico a Palma. Uno de los primeros en ser proyectado y construido por Bennazar ya no existe. Se trata del Teatro Lírico, enclavado en la periferia de la plaza de la Reina, a la vera de la calle Conquistador. Donde ahora se inician las escalinatas que dan a la Seo y s´hort del Rei estaba el Teatro Lírico. Fue hacia mediados de la década de los sesenta del pasado siglo cuando se derribó para proceder a la restauración del Palacio de la Almudaina y crear s´hort del rei.

Edificios

Otros edificios sobresalientes, además del que albergó al cine Born, uno de los más conocidos, son los que han albergado a dos cafeterías que ya no existen: la del Triquet, en la calle Sindicatos, junto a la avenida de Alejandro Rossello, y el edificio del Cristal, en la plaza de España, que acaba de cerrar para dar paso a una tienda de telefonía móvil. En el edificio del Triquet parece que se instalará otra cafetería. Se trata de un edificio en el que Bennazar conjugó la arquitectrura modenristas con la arquitectura musulmana, que se aprecia en la torre que corona el edificio, provista de un pararrayos, que recuerda al minarete de una mezquita.

Pilar Rubí enumera un listado en el que incluye el edificio de Can Salas, de 1903; la iglesia de San Alonso Rodríguez, en el Pont d´Inca, proyectado y materializado en 1904, y los almacenes El Aguila, una de sus obras más características, del año 1908. Además de los edificios, Gaspar Bennazar proyecto y llevó a cabo las escalinatas de Cort, el puente de Es Fortí y el mirador de la Catedral. También son obra suya los bancos de la Rambla y la columna barométrica y bancos de la plaza de España, instalados en 1910. La historiadora destaca la plaza de Toros de Ciutat, peculiar aunque no es considerada una de sus obras más características.

Pilar Rubí precisa que con el curso, que dará inició la próxima primavera, en abril, se pretende dar a conocer los proyectos y aportaciones de Gaspar Bennazar, cómo era el hombre y el arquitecto en su contexto histórico, político y social, así como quiénes fueron sus coetaneos: amigos, colegas de profesión y otros personajes ilustres que configuran el apasionante primer tercio del siglo XX en Palma.

La obra de Gaspar Bennazar también será objeto de divulgación por parte de Arca, que para los días 26, 28 y 30 de este mes ha organizado una serie de visitas guiadas por los edificios más conocidos del arquitecto. El próximo martes Pilar Rubí dará una conferencia que ha titulado "La ciudad de Bennazar", mientras que el jueves se desarrollará una mesa redonda sobre "el legado de Bennazar desde una perspectiva actual" en la que participarán los arquitectos Carlos García Delgado, Pere Nicolau y Pere Rebassa, para culminar, el viernes, con la visita guiada, que también correrá a cargo de la historiadora Pilar Rubí.

La historiadora remarca que la obra de Gaspar Bennazar es indisociable de la fisonomía urbanística de Palma, resaltando que "cualquier recorrido que se haga por Palma indefectiblemente se topa con alguna intervención de Gaspar Bennazar, porque la ciudad está plagada de ellas". "Todas son significativas, características de su obra -añade-, aunque por supuesto algunas tienen más importancia, dado que han contribuido decisivamente a configurar la fisonomía de Ciutat, ofrecer una imagen de ella que es indisociable a los edificios proyectados por el arquitecto."

La historiadora asegura que es imprescindible conocer tanto la figura como la obra de Gaspar Bennazar, probablemente el arquitecto más sobresaliente que ha dado Mallorca en la primera mitad del siglo XX, una época, reitera, en la que la nómina de arquitectos reconocidos no era especialmente nutrida. Que fuera él a quien le correspondiera iniciar el derribo de las murallas evidencia que desde el comienzo de su carrera como arquitecto municipal tuvo en la cabeza una idea de lo que tenía que ser la Palma del futuro, lo que se explicitó con el edificio de S´Escorxador, probablemente su obra más ambiciosa.

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