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Memorias de la cocina

Buñuelos salados, sencilla golosina

Buñuelos salados, sencilla golosina

Habitualmente denominamos buñuelo a una preparación a base de una pasta dulce, que suele endulzarse todavía más con azúcar fino espolvoreado o pasando el buñuelo por miel. En algunos hogares de la isla se utiliza, además, como complemento del buñuelo clásico, sobrasada frita, leche formatjada, arrope, anisado, vino blanco, mistela o chocolate.

Aunque es muy posible que llegara a nuestra cultura a través de la cultura árabe, ya existen referencias al buñuelo en la antigua cocina del Mediterráneo y, en concreto, en la romana: Catón el Viejo (234 - 149 a.C.) lo menciona en una de sus obras. Pero ya entonces era una masa susceptible de interpretarse como dulce o salada, puesto que a la harina se le añadía queso; una vez frito, se untaba con miel y semillas de amapola.

Esta doble versión, dulce y salada, se mantiene en nuestra cultura gastronómica y en muchas otras. En todos los casos existe un denominador común: una masa frita, pero tanto puede tratarse de una pasta dulce -como es habitual el la fiesta de Les Verges, cuaresma o Todos los Santos- como salada (preparada con calabaza, calabacín o alcachofa); puede tener forma de anillo, redonda o algo más irregular; servirse rellena de crema (frecuente en los de viento) o sin más.

Los buñuelos son habituales en algunos territorios de la Península, a excepción de la zona central donde son más celebrados los churros.

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