Diario de Mallorca

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Desde Inglaterra

Cambio de aires

Cambio de aires

Cuando lean estas líneas faltará exactamente una semana y un día para que se cumplan tres años exactos de mi llegada a Inglaterra. No sé cómo han sido estos tres últimos años para ustedes, si muy buenos, o menos buenos, o malos. Parafraseando a Forrest Gump y su teoría de la caja de bombones, diría que he tenido suerte, aunque algún bombón amargo me he tocado, como el provocado por un casero que me declaró la guerra por usar la cocina de la casa, y que finalmente resolví gracias a un amigo inglés, o una entrevista de trabajo en un colegio de la que me despacharon a la velocidad de la luz por motivos un tanto banales, o en palabras de amigos a los que les conté la historia, ridículos y sin sentido. Uno en esta vida puede evitar ser estúpido, pero no puede evitar que otras personas que aparecen en su camino lo sean, como era el caso de la mujer que me entrevistó.

En todo caso, unas pocas malas experiencias no pueden amargar lo que han sido tres años tremendamente positivos. Llegué con un inglés bastante pobre y acabo de aprobar el CELTA, un curso de Cambridge que me permite ser profesor de inglés para extranjeros y que espero me abra nuevas y atractivas posibilidades laborales. Llegué con apenas experiencia en el sector educativo y desde octubre de 2014 estoy trabajando en colegios en Inglaterra. Llegué pensado que Mallorca es el mejor lugar del mundo y tres años después sigo pensándolo, aunque he de reconocer que hoy el mundo para mí es mucho más grande y más diverso de lo que lo era hace tres años.

He de decir que jamás me he sentido discriminado por ser extranjero, ahora que el tema de los inmigrantes en Reino Unido está de actualidad por el referéndum del 23 de junio. No diría que la sociedad inglesa sea racista. Clasista puede que sí, pero no racista. Por poner un ejemplo, en el modelo de currículum inglés no se pone ni foto ni fecha de nacimiento, para que ni la raza ni la edad sean tenidas en cuenta a la hora de elegir al mejor candidato para un puesto de trabajo. Muchas veces ni siquiera se lleva el currículum a una empresa, sino que se rellena un formulario que ésta ha elaborado, llamado application form. En cada application form hay un apartado dedicado a la raza u origen étnico de la persona, que va aparte y que en teoría (repito en teoría) solo se consulta una vez la empresa ha preseleccionado a unas pocas personas para el puesto. El candidato puede marcar con una cruz su raza o dejar la casilla en blanco. La primera vez me chocó mucho este apartado, y más por la cantidad de posibilidades: blanco (inglés, irlandés, u otro blanco), asiático o británico-asiático (indio, bangladeshí, pakistaní u otro), negro o negro-británico (caribeño, africano u otro), mezclado (blanco y negro africano, blanco y negro caribeño, blanco y asiático, u otra mezcla) y otro origen. Incluso una vez había la posibilidad de marcar como origen étnico Irish gipsy traveller, es decir, gitano irlandés nómada, una minoría estimada en poco más de 60.000 personas en todo el Reino Unido. Un paseo por cualquier ciudad fuera de los lugares turísticos demuestra la gran diversidad étnica del país: se pueden encontrar tiendas de comida de Europa del Este (principalmente polaca, aunque también checa, búlgara, etc.), de África y Caribe, y como no de comida india. En cambio no hay tiendas de comida francesa, ni alemana, ni española, ni italiana. Como mucho, tiendas delicatessen de vinos, quesos y productos similares, no aptas para la mayoría de bolsillos, incluido el mío.

Habiendo tanta diversidad me cuesta entender el referéndum que se celebrará para decidir la permanencia en la Unión Europea. Si salen de la Unión Europea y se les complica moverse por Europa, ¿dónde irán en verano los ingleses a exhibir sus blancas pieles quemadas por el sol y sus tatuajes? La costa inglesa es preciosa, pero sus estíos no son ni mucho menos los de Mallorca, ni Grecia ni el Algarve. Una Mallorca sin Magaluf y balconing no sería lo mismo. Salut i força!

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