Dos porrerencs, apostados en una de las entradas al camino de s'Olivar, observaban atónitos la escena. No habían visto nada igual en su pueblo. Tres guardias civiles armados con fusiles y equipados con chalecos antibalas corrían por el pedregoso vial, mientras un helicóptero volaba casi a ras de suelo y patrullas y coches camuflados pasaban por la carretera con las luces rotativas encendidas. En la montaña se veía a otros agentes recorriendo la zona en busca de varios peligrosos delincuentes armados. "Yo no pienso ir a comer, me quedo aquí viendo la persecución", decía uno de los vecinos al otro.

La operación para capturar a los delincuentes que habían entrado a robar en un chalé con desastroso resultado no escatimó en medios. Un ciudadano aseguraba haber visto a dos personas agazapadas en el monte poco después del tiroteo y al parecer faltaba una escopeta de la vivienda. La situación era tensa y nada halagüeña: hombres armados, que acaban de perder a un compinche y cuyo plan de robo ha salido mal. El coronel de la Guardia Civil, Jaime Barceló, siguió de cerca el despliegue de sus agentes. Llegó a subirse al helicóptero para coordinar desde el aire la operación. "¡A colaborar y organizarse!", arengaba a los suyos. "Por aquí hay cuevas, se habrán escondido allí", le dijo uno de los vecinos.

Mientras, en la rotonda del cementerio dos patrullas montaban un control para estrechar el cerco sobre los fugitivos. La búsqueda se prolongó hasta pasadas las tres de la tarde, cuando empezó a desecharse la posibilidad de que los ladrones siguieran por allí. Se había inspeccionado a conciencia el terreno y no había rastro de ellos. Además, la escopeta que supuestamente se habían llevado fue finalmente localizada. Los investigadores acabaron convencidos de que los asaltantes habían logrado escapar antes de la llegada de los primeros agentes al lugar. El despliegue de medios se fue reduciendo paulatinamente a lo largo de la tarde.

Un amigo del anciano asaltado se acercó hasta la vivienda para interesarse por lo ocurrido. Se topó con la puerta precintada por la Guardia Civil. "Venía a ver cómo está, es buen amigo mío. Es un buen hombre y le han buscado la ruina...", lamentaba el hombre, antes de dar media vuelta con su coche. Dentro, los agentes del Laboratorio de Criminalística recogían pruebas para intentar aclarar los hechos y averiguar quién más participó en el violento robo.

El tiroteo provocó una gran conmoción en Porreres, donde el anciano asaltado es bastante conocido. Los vecinos se mostraban atemorizados por los numerosos robos registrados en los últimos meses, que a finales de diciembre llevaron a la Policía Local a realizar horas extras y a la alcaldesa, Francisca Mora, a denunciar la falta de agentes de la Guardia Civil para atender las localidades del Pla. Mora destacó ayer que la Policía Local fue la primera en llegar.