"Quiero que me metan en la cárcel. No quiero estar en la calle". Pocas veces un detenido es tan claro cuando comparece ante el juez y, más aun, si ruega que le ingresen en prisión. Ángel Robles, de 44 años, fue arrestado el pasado miércoles por la Guardia Civil por quebrantar una orden de alejamiento de un supermercado de Calvià. El jueves al mediodía pidió en el juzgado de guardia de Palma ser encarcelado. Alegó motivos de extrema necesidad al no poder subsistir. "No tengo para vivir. No tengo trabajo ni dónde dormir", manifestó el detenido. El pequeño delincuente, que cuenta con varios antecedentes policiales, no vio cumplidos sus deseos. Poco después, quedó libre. Y, para más inri, fue condenado a pagar una multa por un delito de quebrantamiento.

"Encima me han puesto un multa y yo no tengo dinero. Hace tiempo, ya estuve una semana en prisión por no poder pagar otra multa por otro quebrantamiento. Estuve interno en el módulo 12, con los reclusos de confianza. No soy conflictivo", aseguró Robles en el patio de los juzgados de Vía Alemania, después de quedar en libertad.

"Lo que quiero es estar un año en la cárcel. Así podré ducharme, comer, cenar, dormir. Por eso quiero ir a prisión. Vivo en la calle. Donde me pilla la noche, allí duermo. Ahora que ya viene el invierno, ¿dónde voy a dormir?", se pregunta el imputado.

Ángel Robles fue detenido el miércoles por la tarde por acercarse a un supermercado de Calvià, al que tenía prohibido aproximarse por orden judicial por haber injuriado anteriormente a una trabajadora del establecimiento. "Sobre las tres y media de la tarde me presenté en el supermercado. Me quedé en la puerta, no llegué a entrar. Es la tercera vez que lo hago. Incluso, llamé a la Guardia Civil para informarles de que estaba incumpliendo una orden de alejamiento. No lo hago para fastidiar. Lo único que quiero es que me encierren en la cárcel", explicó el hombre.

Tras su llamada, una patrulla acudió al lugar. "La Guardia Civil me arrestó y me llevó a los calabozos de Son Bugadelles. Allí he dormido y hoy (ayer para el lector) me han traído a declarar al juzgado. He pedido que quiero ir un año a prisión", recalca Robles.

"Nadie me da un trabajo. Hace tres meses eché una solicitud en la Delegación de Gobierno para pedir audiencia para ver si me pueden conseguir un trabajo. Soy español y tengo derecho a trabajar y a dormir en una vivienda digna", añade el imputado.

"No tengo familia. Llevo apuntado en el paro desde 2010. También he ido a Asuntos Sociales en Santa Ponça para pedir ayuda, pero si no estoy empadronado allí, dicen que no pueden hacer nada. Yo estoy empadronado en Eivissa. Además, si aquí no tengo casa y vivo en la calle, ¿dónde me voy empadronar?", se lamenta el detenido.

"Ahora, estoy robando para comer. Robo en supermercados de Santa Ponça y el Port d´Andratx y por ahí por donde paso para poder comer. ¿Qué voy a hacer si nadie me ayuda? No soy drogadicto, no tomo cocaína ni hachís. Tampoco soy alcohólico. Lo que me llevo de las tiendas es para comer", insiste el hombre, mientras recoge sus escasas pertenencias metidas en una mochila deportiva.

"Quiero que me ayuden, que alguien me dé un trabajo", destaca el imputado. "Soy albañil. Si ahora me saliera algo, me pongo a trabajar ahora mismo", asegura.

Pena de 8 meses de multa

El jueves por la mañana, el fiscal pidió para el imputado una pena de ocho meses de multa por un delito de quebrantamiento. El detenido no quería conformarse. Su intención era que el juez ordenara su ingreso en prisión. "Al final me han puesto una multa, pero esa no es la solución porque no tengo dinero. Y si voy a la cárcel por no poder pagarla, será por poco tiempo. Y yo quiero estar un año", detalla Robles.

El arrestado comprobó apesadumbrado que sobre la una del mediodía de ayer volvía a estar en la calle por orden judicial. "No sé qué hacer ahora. Seguro que acabaré cometiendo más delitos y volviendo al supermercado para ver si de una vez por todas acabo en prisión", apuntaba con su mochila a la espalda.

"He estado en albergues y centros de indigentes de Palma pero me han expulsado de allí. Una vez no me dejaron entrar porque pegué a un empleado después de que me dijera que no me iban a dar de comer", admite el hombre. "También sufrí una paliza en Eivissa y me tuvieron que operar de la rodilla en el hospital en Palma", detalla. Ángel Robles enfila la rampa del juzgado hacia la calle. Está triste por su libertad.