Un magistrado de Palma ha condenado a un fotógrafo aficionado de la zona de Calvià a una pena de un año y tres meses de prisión por grabar a jóvenes modelos cuando se cambiaban de ropa para someterse a una sesión fotográfica. El juez le impone también una multa de trece meses con una cuota diaria de seis euros al considerarle responsable de un delito contra la intimidad.

El hombre, de 59 años de edad, escondió una cámara de vídeo dentro de una caja de cartón con un agujero en la habitación en la que las chicas se cambiaban de ropa. Una de las víctima descubrió el aparato al ver cómo una luz parpadeaba. La sentencia detalla que aunque las modelos hubieran acudido al domicilio del sospechoso para obtener un book erótico y ser fotografiadas en ropa interior (para disposición exclusiva de las jóvenes), estas no sabían que eran filmadas y tampoco habían dado su consentimiento.

Según declara probado el fallo, los hechos enjuiciados ocurrieron el pasado 20 de noviembre de 2012, cuando una joven quedó con el fotógrafo aficionado para que le hiciera un book erótico. La modelo, que había contactado con el hombre a través de una red social, acudió a su domicilio acompañada de una amiga. Una vez en la vivienda, en la habitación donde se cambiaban de ropa para seguir las sesiones en un estudio adjunto, el acusado puso una videocámara oculta en una caja de cartón que grababa a las chicas sin que estas se percataran de ello y sin su consentimiento.

Una de las perjudicadas descubrió el dispositivo, que estaba en funcionamiento, y alertó a su amiga, quien sacó la tarjeta y se la llevó a la Policía. Luego, ambas denunciaron lo ocurrido.

La sentencia destaca que la consumación del delito contra la intimidad se produjo con la grabación subrepticia de las imágenes y su sonido, de lo que podían hablar las chicas, en una habitación en la que se cambiaban de ropa y quedaban desnudas, para luego iniciar una sesión fotográfica, esa sí consentida. El juez admite que no hay prueba directa de cargo, ya que el acusado no confesó y tampoco se pudo recuperar la grabación. Pero sí existe "una abrumadora prueba indiciaria" de la que se desprende que el imputado camufló una cámara en una caja para grabar los cuerpos desnudos de las jóvenes, sus movimientos y lo que pudieran hablar entre ellas.

Además, el juez indica que la intimidad es un bien jurídico "personalísimo" y, al ser dos las víctimas, se habrían cometido dos delitos, si bien hay que respetar la calificación del fiscal, que acusó de un solo hecho delictivo.