"Me dieron una paliza de muerte. Seis contra uno. Tengo dos costillas rotas, no veo de un ojo. Me estaban esperando al lado de mi casa. Yo sé quiénes son, pero no quiero denunciar... Para que veas que es la mafia". Mario F.L., uno de los cabecillas de la trama de corrupción en la prisión de Palma donde trabajaba como funcionario, relataba de esta manera en una conversación que fue intervenida por la Policía Nacional cómo fue brutalmente agredido por el grupo rival.

Los hechos ocurrieron en el verano de 2008, poco antes de que se destaparan las corruptelas que se venían sucediendo en la cárcel de Palma desde 2002. Según la versión de la fiscalía, Mario sufrió una paliza debido al enfrentamiento que mantenía con el grupo opuesto de funcionarios que lideraba Antonio C.O. y que supuestamente también se dedicaba a traficar con drogas en la prisión. Mario, en la charla interceptada, reconocía que no quería denunciar porque si lo hacía, iba a tener que quedarse toda la vida en prisión y se iba a pegar un tiro. En otra conversación con un familiar, el funcionario explicaba que tenía "todas las pruebas y todos los documentos" para implicar a los otros sospechosos.

Por su parte, el otro cabecilla, Antonio C.O., desplegó diversas prácticas mafiosas. Según la fiscal, envió un corazón podrido al entonces director de la cárcel porque este le había expedientado y también amenazó y colocó palillos en las cerraduras de los domicilios de otros funcionarios con los que estaba enfrentado. También se jactaba de poder cambiar los análisis de sangre de los presos.