El exgerente de una asociación deportiva fue juzgado ayer en Palma por grabar a una empleada en el baño utilizando un bolígrafo que llevaba una cámara incorporada. El sospechoso, de 35 años, alegó ante la sala que las filmaciones tenían como objetivo descubrir al autor de una serie de robos en el local de la entidad, versión a la que la Policía no dio credibilidad porque la cámara solo enfocaba al inodoro. La víctima, por su parte, aseguró que tras descubrir que había sido grabada precisó asistencia psicológica y padece secuelas. La fiscalía y la acusación particular reclaman cuatro años de cárcel para el acusado por un delito de descubrimiento de secretos.

Los hechos se remontan a principios del año 2009, cuando el acusado era el gerente de una asociación en la que trabajaba la víctima. La mujer descubrió lo que parecía ser un bolígrafo en el cuarto de baño y poco después comprobó que se trataba de un aparato de grabación y que su jefe lo tenía conectado al ordenador. Al sospechar que podía tratarse de una cámara oculta, acudió a la Policía y denunció los hechos. Los agentes encargados del caso abrieron una investigación y arrestaron al sospechoso tras comprobar que tenía grabaciones en las que la mujer aparecía semidesnuda en el retrete.

El acusado, como hizo tras ser detenido en abril de aquel año, negó ayer durante el juicio que aquellas grabaciones tuvieran como objetivo filmar a la trabajadora en el baño. Según explicaron fuentes jurídicas, el sospechoso aseguró que tras sufrir una serie de robos en el local de la asociación decidió instalar una cámara oculta para comprobar si, como creía, la autora de esos hurtos era la mujer de la limpieza.

La víctima explicó a la sala que descubrió el bolígrafo en el cuarto de baño y que en un primer momento no sospechó nada. Sin embargo, cuando advirtió que se trataba de un artilugio que estaba conectado al ordenador de su jefe comenzó a pensar que la había grabado en el retrete. La víctima señaló además que a raíz de aquellos hechos tuvo que recibir asistencia psicológica. Los expertos que la atendieron confirmaron que la joven padeció un síndrome ansioso depresivo que le dejó secuelas.

Los agentes de la Policía Nacional que investigaron el caso explicaron que tuvieron que recuperar los vídeos del bolígrafo con un programa informático. Según contaron, en todas las filmaciones se veía a la víctima en el retrete y justo después al sospechoso recogiendo y apagando el artilugio. Los policías descartaron que el objetivo de las filmaciones fuera esclarecer unos robos porque la cámara siempre enfocaba al inodoro.

Tanto la fiscalía como el abogado de la acusación particular solicitaron cuatro años de prisión para el acusado por un delito de descubrimiento de secretos, así como el pago de una multa y que indemnice a la víctima con 73.000 euros por los perjuicios que le ocasionó.