La que fuera tutora de Miguel Ángel en el colegio al que acudía el pequeño contó ante el tribunal cómo el niño llegó un día, cuanto tenía cuatro años, con varios dedos marcados en la cara. "Cuando le preguntamos se puso muy nervioso. Nos dijo que su madre le había pegado", explicó la docente. "A la salida de clase, esa misma tarde, le pregunté a ella. Dijo que el niño se había dado con una puerta y que a veces le ponía muy nervioso".

La maestra contó que mantuvo varias entrevistas con los padres del niño, en las que el progenitor "era como un mueble y ella se mostraba muy preocupada". A juicio de la docente, Nieves R.P., no aceptaba cómo era su hijo y "quería que fuera otro niño". La tutora explicó que Miguel Ángel tenía "conductas algo distorsionadas, cuando alguien se acercaba a él se tapaba la cara o se iba". "Era un niño asustadizo", aseguró. Esta profesora negó que el pequeño sufriera accidentes en el colegio que explicaran las lesiones que este presentaban frecuentemente. La jefa de estudios añadió después que no consta que se hiciera ningún parte por accidentes en la escuela.

El juicio contra las padres adoptivos de Miguel Ángel contó también con el testimonio de otros dos profesores y un monitor de taekwondo, que señalaron que el menor era "muy sensible y cariñoso, nervioso, inquieto y disperso", y que solía "rechazar el contacto físico".

La primera sesión del juicio concluyó con la declaración de los policías que, en la noche del 6 de junio de 2006, acudieron al centro médico donde fue trasladado el niño, quienes contaron que el médico les dijo que las lesiones no eran de una simple caída.