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Dulces de Navidad

Las clarisas endulzan el monasterio

Las monjas del convento de Santa Clara venden dulces navideños y productos creados por ellas mismas - El pez real y el mazapán son los dulces más característicos de las religiosas

Turistas y locales se acercan a comprar dulces. b. ramon

Los turrones y los diferentes dulces típicos de estas fechas son una tentación pecaminosa que incita a la gula y los que elaboran las monjas del Monasterio de Santa Clara durante estos días reciben la bendición del paladar más exigente. Llegan a preparar más de 500 productos entre los seis tipos de turrones, mazapanes y otros pasteles que cocinan con ternura durante las navidades y que se suman a los dulces que amasan durante el resto del año.

“El pez real es el característico de Santa Clara, que es como un mazapán elaborado con almendra, azúcar, ralladura de limón, canela y fruta confitada. Lo llamamos así porque las clarisas solían obsequiar al rey Jaume I con un dulce similar, preparado sobre todo con almendra, que por aquel entonces era un producto inasequible”, explica Sor Joana, encargada de atender a los golosos estos días en la sala acondicionada para la venta de su repostería, aunque mantienen su venta el resto del año a través del torno.

La hermana Joana es la guardiana de las nutridas bandejas de chocolates, polvorones, panellets y del resto de la variada oferta, y es también quien atiende estos días amablemente a los golosos que se acercan a adquirir uno de sus productos. “Aunque ahora vendamos turrones, en lotes o individualmente, continuamos ofreciendo los dulces que cocinamos durante todo el año”, nos aclara. Los hornos del monasterio se pusieron en marcha hace varios años. Anteriormente, las clarisas dedicaban parte de su tiempo a la cerámica, pero los ingresos que percibían eran insuficientes. “Primero probamos la cerámica pero vimos que no le sácabamos provecho y una de nosotras tuvo la idea de probar con algunas pastas pero nos encontramos con el dilema de qué podíamos ofrecer. Fuimos a los archivos de las monjas y encontramos las recetas con manteca, las de mantequilla son más actuales”, explica Sor Joana.

Una tradición monástica que mantiene la esencia de sus orígenes, la frescura y la naturalidad de los productos, entre los que el protagonista es la almendra. “Siempre procuramos utilizar ingredientes mallorquines, y por supuesto, el principal es la almendra, aunque también preparamos con chocolate, yema de huevo, fruta confitada, entre otros”, lista la hermana. “Conlleva mucho trabajo pero como es el sustento de la Comunidad lo llevamos bien, Dios nos acompaña. Los turrones solo los preparamos ahora pero durante todo el año creamos diferentes pastas e innovamos en gustos: azahar, vainilla, café, mantecados, crespells...”, añade.

La Comunidad, integrada por quince religiosas de entre 23 y más de ochenta años, combinan el cuidado del monasterio con la repostería, aunque el aumento de la oferta durante estas fechas obliga a dedicarle prácticamente la jornada completa. “Ahora estamos desde que nos levantamos hasta que nos vamos a dormir, exceptuando el momento del rezo, que en nuestra vida es lo primero. Sabemos organizarnos, ayudamos a empaquetar y nos distribuimos las tareas y así las hermanas mayores se dedican más al bordado”, explica.

Las clarisas de Palma buscan modernizarse y adaptarse a los tiempos. Hace dos años decidieron comenzar a diseñar bolsas y cestas con telas de llengo, pero ahora incluso venden fundas para tablets y ordenadores portátiles. “Queríamos hacer algo más que repostería pero que también estuviese ligado a la cultura mallorquina. Comenzamos con las mochilas, la mantelería y vamos evolucionando”, apunta Sor Joana quien además recalca que el cliente puede seleccionar el color y el tipo de bolsa: “nosotras tenemos unas medidas estándar pero siempre nos pueden indicar cómo lo quieren”. Así pues, una idea completa es adquirir uno de estos bolsos y cargarlo de productos navideños, todo made in Santa Clara.

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