La isla mínima

España, 105 min

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Director: Alberto Rodríguez

Actores: Javier Gutiérrez, Raúl Arévalo, Antonio Latorre, Nerea Barros

Cines: Ocimax, Cinesa Festival Park

Infrecuente, por lo menos en tiempos recientes, que un director español muestre tanta solidez y determinación en varios filmes seguidos. La que le ha faltado, y es una pena, a Daniel Monzón. En Grupo 7 Alberto Rodríguez llevó referentes como Ley 627 de Tavernier o Infiltrados de Scorsese a su Sevilla natal. En La isla mínima entra en territorio Twin Peaks, o el de Dennis Lehane, o el Saura de La caza. Se puede incluso rastrear al Raymond Chandler de El sueño eterno.

Un tema candente desde hace décadas (¿siglos?): los abusos sexuales sobre chicas adolescentes pero aún menores de edad. Presas fáciles, pobreza, ganas de huir de los asfixiantes microcosmos rurales e incapacidad de olfatear a sus depredadores, pijoapartes serviles, caciques imponiendo el inmemorial derecho de pernada y algún escurridizo sicópata. Esa trama, rememorada a posteriori, es un tanto básica y tópica; pero Rodríguez la dosifica con extrema habilidad y superpone sobre ella la de los policías, forasteros como no, que investigan el caso. Chispas entre ellos, Pedro (Arévalo), tiene rasgos de McNulty (The Wire), más joven, muy analítico e incorruptible, con nula mano izquierda frente a los jefes. Juan (Gutiérrez) es de la vieja escuela, vividor, bebedor, culo pelado y muchas aristas, alguna ligada al pasado como comisario franquista. Dos actuaciones soberbias (Arévalo merecía el premio de Donosti tanto como su colega). Y dos aciertos más del director: Los diálogos, secos como el clima, sin un sólo subrayado; y la fotografía, excelsa pero al mismo tiempo mostrando, demostrando, que la desolación del paisaje es la semilla de la miseria moral de muchos personajes.