Ignacio Ramonet. Director de la edición española de ´Le Monde diplomatique´. Cofundador del Observatorio Internacional de los Medios de Comunicación y presidente de honor de ATTAC, presenta ´La explosión del periodismo´ mañana a las 19.30 horas en el Centre de Cultura Sa Nostra. El próximo viernes repite a las 20.30 horas en Son Servera, en la Algarada a s´Alzinar.

—¿Puede alguien imaginar a Murdoch sin periódicos?

—Sin periódicos de papel, sí. Además, creo que es una opción muy probable. Actualmente, del grupo News Corporation, el sector papel es el menos rentable. Aparte del The Sun, el más rentable seguramente a partir de ahora, el tesoro de la corporación era el News of the World. The Wall Street Journal está en crisis precisamente porque Murdoch le dio un carácter militante y político, algo que los financieros detestan. No es imposible que el sector periódicos pueda reducirse de talla en el grupo News Corporation. El peligro para Murdoch es quizá que los países empiecen a interrogarse sobre los monopolios mediáticos.

—¿Hasta qué punto debería limitarse la concentración sin ser acusado de intervencionismo?

—Muchos países tienen una ley que impide la concentración. En Francia, por ejemplo, hay una que controla la concentración excesiva de medios.

—¿Y qué es "excesiva"?

—En muchos países las leyes prohíben las concentraciones verticales. Es decir, no se limitan tanto en horizontal. Si tú tienes una televisión, puedes tener varias televisiones. Pero no puedes tener televisión, prensa escrita, radio, internet. No lo puedes tener todo. No puedes ser el grupo dominante en todo. En Francia los grupos se limitan por soporte.

—¿El escándalo de las escuchas ilegales ha herido de muerte a los tabloides?

—News of the World existía desde hace un siglo. Los tabloides existieron antes que los teléfonos y antes que internet. Pero hay dos países donde los tabloides tienen una popularidad que suscita envidias en otros sectores periodísticos europeos. Me refiero a Inglaterra y a Alemania. Entonces, el problema aquí ha sido qué métodos utilizan esos tabloides. Es curioso, porque Murdoch se ha especializado en tabloides. También tiene el New York Post, el tabloide americano por definición. Ahora la cuestión es: ¿hasta dónde se puede ser un periódico basura? El periódico basura existe desde siempre, pero hasta dónde se puede llegar en la profundización de la basura. Esto es lo que quizá este caso va a limitar.

—¿Debía estar al tanto Murdoch de cómo se trabajaba en News of the World?

—Mira, si no lo sabía era porque no quería saberlo. Pero lo que él sí incitaba, además hizo subir a Rebecca Brooks para ello, era a utilizar los métodos que fueran con tal de que las ventas aumentasen. Es decir, en realidad, supiese o no supiese, él daba el visto bueno y luz verde a que se utilizasen todos los métodos, incluido los métodos no legales o paralegales. Y en este caso ilegales. Esto sí que plantea cuáles son los límites de la prensa basura.

—¿Cree que este tipo de prensa ha sofisticado sus métodos?

—La prensa de los rumores siempre ha existido. Pero ahora existen técnicas. Primero, porque todo el mundo usa una serie de aparatos de comunicación, el teléfono, el ordenador, las redes sociales, en los que definitivamente confían más sus intimidades. Y si tú penetras de una manera clandestina en esas redes tienes acceso a la privacidad de esas personas.

—¿Es por eso que la prensa centrada en la vida de los personajes tiene cada vez más presencia en los periódicos tradicionales?

—Seguro. La prensa seria también ha creado secciones people, que es la prensa que mejor funciona. La prensa en papel que menos crisis tiene es la del corazón.

—¿Las ventas legitiman al periodismo?

—No. Muchos empresarios se han visto alentados por las cifras para llenar de prensa aproximativa sus medios de comunicación. Este sector ha ido colonizando también la tele. Hasta en política. Un responsable de comunicación me dijo que lo que mejor funciona en la tele son las polémicas políticas. En el sentido que fulano ha insultado a mengano. En Francia quien más ha hecho funcionar este sistema es Zemmour, un comentarista que no duda en rozar la xenofobia, el racismo, el pensamiento neoconservador y también el sentimiento nacionalista y patriota, etc. Todas las polémicas que ha lanzado han ido al límite, hasta el punto que la propia televisión lo ha expulsado.

—¿Ha cerrado Murdoch News of the World para quedar bien?

—Seguro. Ha sido como lo que contaba Valle-Inclán. Una vez perseguido por un león o un puma en México, el escritor, que iba a caballo, y el puma iba acercándose cada vez más, sacó su machete, se cortó el brazo izquierdo y se lo lanzó al puma para retrasar un poco la avanzada. Eso es lo que ha hecho Murdoch. Se ha cortado el brazo izquierdo y se lo ha dado a los críticos pensando que se iba a salvar, pero hemos visto que el castillo ha seguido desmoronándose porque han detenido a Rebecca, ha dimitido el jefe de Scotland Yard y también está lo de Andy Coulson, el consejero de Cameron.

—¿Por qué le reclutó Cameron?

—Si Murdoch lo reclutó fue porque Coulson tenía la propiedad de oler como un perro de caza lo que el pueblo quería, en el sentido más populachero de la palabra. Entonces, cuando estaba en el News of the World, le daba exactamente lo que la gente quería, y así hubo una expansión terrible. Cuando hubo los primeros problemas, él se salió, y Cameron, que había salido de las grandes escuelas y no sabía lo que era el pueblo, lo reclutó para que le dijese lo que tenía que decir en sus discursos. Y así ganó las elecciones. Gracias a Coulson. ¿Te das cuenta?

—¿Dónde está el límite de las escuchas ilegales?

—Este tema es muy interesante. Este mismo año hemos visto dos acontecimientos mediáticos ligados a la captura de información restringida o preservada. Uno es esto, información mediante escuchas ilegales. El otro es Wikileaks. En mi opinión, Wikileaks no se puede comparar con esto. Son secretos de Estado que conciernen a la gente, que conciernen a la guerra y a la paz, a los políticos, a los presupuestos. Wikileaks lo que hace es arrancar esos secretos y ponerlos al servicio de la colectividad. Pero lo que hace Wikileaks en el fondo es lo mismo. Capturar información restringida y lo hace de manera ilegal, porque casi siempre es robándola, porque alguien la roba. Aquí se pinchan los teléfonos.

—En el caso de Wikileaks, ¿el fin justifica los medios?

—A ver, aquí es donde interviene el periodista. Éste debe distinguir entre lo que es útil a la comunidad, lo que eleva el nivel cívico de la sociedad, y al contrario, lo que degrada al individuo mediante estos pinchazos, que lo que hacen es mostrar los aspectos más íntimos o privados que no le interesan a nadie. Qué más da que alguien tenga una herida o una vida privada decorosa, si bebe más o menos. Interesa su comportamiento público. El tema no está claro, pero merece que observemos que se produce el mismo año y que es consecuencia del progreso de las tecnología de la comunicación. Teóricamente es apasionante, y desde el punto de vista político puede tener consecuencias muy importantes, porque claro Murdoch, concentrando su prensa, atemorizando a la gente, también ha hecho gobiernos, de izquierdas o de derechas. Ha hecho a Cameron y a Blair. Él tiene la fuerza suficiente. Cuando Blair fue elegido, el The Sun al día siguiente publicó si mal no recuerdo en su portada: "The Sun ha elegido a Tony Blair".

­—¿El poder de Murdoch no tiene límites?

—En este caso de las escuchas tienes la conjunción de las tres pes, que en una sociedad siempre es muy peligroso: prensa, políticos y policía. Los tres trabajando juntos, todos pagados por Murdoch. Todos comiendo de su mano. Cuando se llega a ese extremo, hay que poner leyes para limitar el poderío de un magnate.

—¿Se encontrará en el futuro un modelo económico adecuado para hacer buen periodismo?

—Esperemos que sí. El periodismo de investigación está desapareciendo en el mundo porque es caro. Pocos periódicos pueden hacerlo.

—¿Cuáles?

—Te pongo un ejemplo. Mira el asunto de Strauss-Kahn. En Francia ha sido el asunto más mediático de los últimos veinte años. La presunta víctima es una chica originaria de Guinea, país francófono. Hay vuelos directos entre París y Conakry todos los días. Y allí la gente habla francés. Lo más fácil para un periodista galo era irse a Guinea y hacer preguntas sobre esa chica. Pero ningún diario francés tuvo la idea de enviar a un solo periodista, y todos han aumentado sus ventas con el asunto. En cambio, The New York Times envió a seis. Y son los que trajeron la información sobre ella. En los diarios, en general, hay una práctica de la editorialización, del comentario sobre el hecho, pero no de la investigación. Si el periodismo de investigación tuviera lugar, Wikileaks no existiría.