El Mallorca necesitaba como el agua un triunfo como el de ayer. Solo es la primera jornada, cierto, pero estrenarse con una victoria en la Segunda B era muy importante para tener una inyección de confianza y tranquilidad ante lo que se avecina. Los bermellones fueron mejores que el recién ascendido Peralada, que solo hizo daño en los treinta minutos iniciales, pero costó de lo lindo desequilibrar la balanza. Un gran gol de Bonilla, ya en el minuto sesenta y nueve, hizo justicia en el marcador. Es evidente que los rojillos son uno de los gallitos de la categoría, faltaría más, pero da la impresión de que se van a ver muchos más partidos como el de ayer, feos y trabados, en campos de dimensiones reducidas y con adversarios revolucionados por el escudo que tienen en sus morros.

El dueño Robert Sarver, que siguió el encuentro desde el palco del modestísimo Municipal de Peralada, tiene motivos para regresar satisfecho a Estados Unidos, al menos por ahora. Es el primer triunfo y nada más, es evidente que no determina absolutamente nada, pero este Mallorca desprende oficio atrás, trabajo en el centro del campo y eficacia arriba. Y tiene un fondo de armario que seguramente ya le gustaría a muchos de sus rivales de la categoría. Y eso que el encuentro dejó malas sensaciones en su inicio para los visitantes. Los catalanes, que son el filial del Girona de Primera División, empezaron mucho más intensos. Llegaban antes al balón y se aprovechaban de las imprecisiones de los baleares, demasiado precipitados. Javi Sánchez, natural de Cala d'Or, hacía daño entre líneas y dispuso de dos ocasiones que evidenciaron que se negaban a arrodillarse ante el Mallorca.

Hasta que la sala de máquinas de los bermellones, formada por Damià y Pedraza, no se serenó y Lago empezó a encontrar su hueco, los de Moreno estuvieron desdibujados. La dinámica empezó a cambiar a la media hora. Elevaron su ritmo y el juego combinativo apareció para quedarse. Lago, muy escorado, chutó cruzado y poco después el meta Gianni se lució con una soberbia estirada a un tiro del propio Damià. Incluso en el minuto treinta y seis, tras un gran pase de Bonilla, Álex López envió su remate de volea rozando el larguero. La reanudación confirmó las buenas sensaciones con las que se había ido el Mallorca al vestuario. Fue el amo del encuentro, pero sufría para materializar sus ocasiones, como una en la que Cedric resbaló en el peor momento, un chut de Lago desviado o, sobre todo, cuando el propio africano primero y después Álex se quedaban con las ganas de marcar tras sendos remates después de un saque de esquina.

Hasta que llegó el premio que esperaba la treintena de mallorquinistas desplazados a Peralada. Abdón, que había entrado por Álex, recuperó un balón de fe dentro del área, Damià disparó fuerte, el meta lo rechazó y Bonilla, con mucho talento, soltó un disparo desde fuera del área que superó a Gianni. El ex del Pontevedra, uno de los más carismáticos del vestuario y que había estado muy activo, marcaba el primer tanto de una temporada en la que hay puestas muchas expectativas.

El Peralada, con más desesperación que otra cosa, intentó empatar, pero se estrelló contra el muro defensivo de los isleños. Coro, en el setenta y ocho, chutó con intención, pero Manolo Reina estuvo en su sitio. El pitido del árbitro fue una liberación. El Mallorca hizo lo más difícil, algo que no conseguía desde 2012 como es ganar en el primer partido del campeonato. Pero aún quedan treinta y siete más. Como mínimo.