Esto da miedo. Mucho miedo, pero no queda otra que seguir hacia adelante, aunque sea con los ojos cerrados. El Mallorca se queda sin margen de error en su lucha por evitar el descenso a Segunda B al caer ante el Valladolid en un partido que estuvo condicionado por un penalti inventado por el colegiado andaluz López Amaya (2-1). Raúl de Tomás, en el enésimo ejemplo de que un delantero centro de nivel es fundamental en esta categoría, marcó dos goles -ya lleva trece- y fulminó las ilusiones de los visitantes, que no se pueden centrar en culpar únicamente al colegiado de esta derrota, por mucho que llueva sobre mojado.

No hay que engañarse. Los bermellones exhibieron algunas de las características que les han llevado a estar al borde del precipicio. Apenas hicieron daño en ataque -el gol de Lekic llegó demasiado tarde- y en defensa volvieron a cometer errores como en otras tantas ocasiones. Ayer se volvió a perder una buena oportunidad porque el Valladolid, aunque luche por subir, tampoco demostró ser muy fiero.

La salvación todavía es posible, pero las cuentas son fáciles de hacer y difíciles de ejecutar. O quizá no tanto. Quedan cuatro partidos, tres de ellos en el Iberostar Estadio, y uno fuera. Hay que ganar los cuatro. No queda otra. Todo lo que no sea superar en Palma a Almería, Numancia y Getafe, y llevarse el triunfo en Miranda, deja casi en manos de un milagro que el Mallorca no juegue la temporada que viene en Segunda B. Incluso con los doce puntos en el bolsillo habría posibilidades de descenso, pero mejor ni pensarlo. La obligación es sumar de tres en tres y ya habrá tiempo de esperar.

El gol del Valladolid cambió el panorama de una primera parte que prometía más para los visitantes. En los treinta minutos iniciales el Mallorca había controlado el encuentro, pero de forma superficial porque apenas hacía daño. De hecho, un buen pase de Brandon provocó la llegada de Angeliño, que muy escorado chutó al lateral de la red, en la única ocasión en la que Becerra se obligó a estar atento. Poco después los rojillos reclamaron penalti de Moyano sobre el propio Angeliño, pero la falta era fuera del área.

Los locales sufrían para salir de su campo, pero en un clamoroso error defensivo, Raúl de Tomás dispuso de una ocasión que todavía se estará preguntando por qué no entró. Balbi centró al corazón del área, la zaga estaba de vacaciones y el cedido por el Madrid, con toda la portería para él, la mandó al poste. Fue un enorme susto del que el Mallorca no aprendió. La pelota siguió siendo de los isleños, pero Brandon y Moutinho, apoyados por Lago, estaban demasiado solos a la hora de hacer daño. Incluso el de Cala d'Or probó fortuna con un tiro desde el centro del campo, pero la realidad es que eran incapaces de crear peligro a través del juego combinativo o de contraataque.

Y como el fútbol es para listos, como siempre, Raúl de Tomás sacó petróleo en una jugada que cambió el partido. Minutos antes se había picado con Yuste, quejándose de un golpe que el árbitro no pitó. Y un ligero agarrón del capitán, insuficiente a todas luces, hizo que el ariete se tirase y el colegiado picara el anzuelo. No era penalti, pero ya no había nada que hacer. El madrileño batió a Santamaría, que llegó a rozar la pelota, desde los once metros. A partir de ahí el Mallorca se vino abajo y los pucelanos, con todas sus carencias, dominaron el duelo, con Raúl de Tomás y Jose Arnaiz enchufados.

En la reanudación la dinámica no cambió demasiado. Jose protagonizó una sensacional acción, aprovechándose de que Yuste estaba fuera de sitio, para plantarse ante Santamaría, aunque su remate se fue a las nubes. El Mallorca dio señales de vida con su primer disparo entre los tres palos en todo el partido. Era el minuto 56 y Lago obligó a Becerra a blocar la pelota. Los baleares empezaron a tener más la posesión, a demostrar algo más de descaro, pero sin tener las ideas claras. Y ese era el gran problema. Culio chutó desde fuera del área, pero demasiado alto. Sergi movió ficha e introdujo a Óscar Díaz y después a Lekic. El ex del Numancia lanzó una falta desviada nada más entrar.

Y con el Mallorca volcado, el Valladolid aprovechó una contra para que Raúl de Tomás fusilara, sin oponentes, a Santamaría. El 2-0 era una losa terrible y ni siquiera el tanto de cabeza de Lekic, a dos minutos del final, dio esperanzas de que el empate, como hace una semana ante el Elche, era posible en el descuento. Ya no había nada que hacer.