Es tan pareja la plantilla del Mallorca que por muchas bajas que haya -ocho para el partido de esta tarde- apenas se deben notar en el rendimiento del equipo. De las ocho hay unas cuantas para la galería, y la única realmente importante, Brandon al margen, es la de Raíllo en el centro de la defensa, que obliga a Olaizola a improvisar con Juan Rodríguez ya que, por lo que parece, definitivamente no va de Pleguezuelo.
El Mallorca inicia la segunda vuelta con la obligación de mantener las buenas sensaciones del pasado domingo en Getafe y con la urgencia de una victoria provocada por las inesperadas ayer del Nàstic en Lugo y del Alcorcón en Huesca. El equipo se enfrenta a un rival que ha ido de más a menos, que se ha mostrado tan regular fuera de casa como ante sus aficionados y con el que sabes que si encajas un gol puedes darte prácticamente por muerto. Y es que, la del Reus, pasa por ser una de las mejores defensas del campeonato y se hace muy complicado batirle, más en su estadio.
Puede ser la oportunidad desde el principio de Álex Vallejo tras dos años alejado de los terrenos de juego por dos gravísimas lesiones de rodilla. Estará arropado por Juan Domínguez. Y delante, ausente Brandon por sanción, la responsabilidad recaerá en Lago y Lekic, que ha pasado de discutido a prácticamente indiscutible. Así está el Mallorca, dando bandazos jornada a jornada.
Dijo Olaizola el viernes que ha dado tiempo para que hoy se vea en el campo lo que transmite a sus jugadores en los entrenamientos. El cambio ha sido radical en los dos últimos con respecto a los dos primeros. Pero falta un empujón más, un golpe sobre la mesa para empezar a creernos este Mallorca de Olaizola, con bajas o sin ellas.
