Un empate en casa siempre es un mal resultado, salvo que te enfrentes a los dos grandes, pero visto cómo finalizó la primera parte –0-1 ante Osasuna y victoria por 0-2 del Racing en Vallecas–, el Mallorca se puede dar con un canto en los dientes tras el punto obtenido. En cualquier caso, se dejó escapar una gran oportunidad de abrir una brecha importante con las plazas de descenso antes de encarar el difícil calendario inmediato que espera –visita a Valencia y el Atlético de Madrid y Barcelona en casa, con el Sporting entre medias–.

Dos hombres que apenas han tenido protagonismo esta temporada se lo ganaron a pulso ayer. Nsue, que esta semana se ha destapado con unas explosivas e inoportunas declaraciones contra Pereira, marcó de cabeza el gol del empate seis minutos después de entrar al terreno de juego. Cuando hizo su aparición un sector de la grada le recibió con pitos. Tras marcar, lo primero que hizo Nsue fue llevarse la mano a la oreja en señal de protesta por la forma en que fue acogido. El otro nombre propio de la jornada fue Tejera. Cuatro meses hacía que el catalán no jugaba, prácticamente desde la llegada de Caparrós. Su escaso compromiso en el terreno de juego y, dicen, una vida algo desordenada fuera de él, lo ha pagado con el ostracismo. Hasta ayer. Lesionado Pina y Tissone con una tarjeta, el técnico andaluz se decidió a darle una oportunidad tras el descanso. Y Tejera la aprovechó. Además de lanzar el saque de esquina que dio origen al gol de Nsue, demostró su gran clase en el centro del campo, falto de un jugador que ponga pases milimétricos a los delanteros. Aunque perdió algún balón en zona peligrosa, fue el conductor del juego de su equipo. Su zurda es prodigiosa. Ayer se ganó que Caparrós le siga dando oportunidades. El equipo le necesita.

La primera parte fue para olvidar. Excesivo centrocampismo y el juego permanentemente interrumpido por un colegiado que, incomprensiblemente, solo alargó un minuto el primer periodo. El Mallorca no hizo méritos para nada, pero tampoco el Osasuna, que se llevó excesivo premio para lo poco que ofreció. Lesionado por un largo periodo Lekic y sancionado Puñal, sorprendió que Mendilíbar dejara en el banquillo a Nekounam, posiblemente el jugador con más clase del conjunto navarro. A Osasuna ya le iba bien que no pasara nada y que se sucedieran las interrupciones. Con lo que posiblemente no contaba, porque nunca se acercó al área de Aouate pese a lanzar hasta siete saques de esquina, es en marcar al filo del descanso. Fue Cejudo, que se aprovechó de un balón que cayó muerto de la cabeza de Nunes para batir por bajo a Aouate. Un palo para el Mallorca, que no merecía ir por arriba en el marcador, pero tampoco por debajo.

Hemed entró por un inoperante Alfaro y Tejera por Tissone, con una tarjeta, tras el descanso. El equipo fue otro. El israelí abría continuamente espacios, se llevaba casi todos los balones por alto y combinaba bien con Víctor. Le faltó el remate y, por consiguiente, el gol. Un mal endémico en este jugador. Tejera exhibió su clarividencia y no acusó su larga ausencia.

A partir del gol de Nsue, a poco más de un cuarto de hora para el final, el equipo mallorquinista tocó a rebato. Puso una quinta marcha y empezó a acechar los dominios de Andrés Fernández. Pero Osasuna no se rendía. Quería más que un punto, y si no lo consiguió fue por culpa de Aouate que, a mano cambiada, voló y despejó a córner un latigazo de Torres. Hubiera sido demasiado para un Osasuna que puede estar muy satisfecho del botín que se ha llevado.

En los cálculos del Mallorca no entraba un empate ayer. Supone un freno a su aspiraciones ya que, visto el rendimiento del equipo lejos del Iberostar, parece claro que la permanencia pasa por aquí. Cada vez están permitidos menos tropiezos. Pero el punto hay que darlo por bueno.