El hotel Formentor vivió ayer un trasiego de gente inusual a estas alturas del año. Un día después de hacerse pública la operación de compraventa del histórico establecimiento de Pollença a favor del fondo de inversiones andorrano Emin Capital por 165 millones de euros, los nuevos propietarios de la emblemática finca, que también atesoran la Torre Agbar de Barcelona, entre otros grandes edificios turísticos, abrieron las puertas del hotel para deshacerse a precio de ganga de todos los enseres del interior del edificio principal del Formentor, desde el más pequeño e insignificante al más voluminoso y valioso, incluida la maquinaria industrial.

El objetivo era vaciar el hotel de todos los elementos interiores antes de acometer en las próximas semanas un ambicioso proyecto de reforma que implicará el desmonte de toda la estructura interna del inmueble principal del Formentor para su reconstrucción como el «mejor hotel del Mediterráneo», un «nuevo concepto» de hotelería que, según subraya Nora Tugores, representante del fondo de inversión comprador, es inédito en Mallorca. La reforma, que ya cuenta con licencia municipal, se ejecutará en dos años con una inversión superior a los 20 millones de euros. «Será un hotel único que irá mucho más allá de lo que ha sido hasta ahora el hotel Formentor», apunta Tugores. La gestión del hotel correrá a cargo del grupo turístico canadiense Four Seasons, que entre sus principales accionistas tiene al propietario de Microsoft, Bill Gates, o a la familia real saudí.

Pero antes de que entren las máquinas, deben salir los objetos. Por ello, Emin Capital llevaba un mes organizando la venta de los enseres en el marco de un proyecto bautizado con el nombre de ‘Formentor solidario’. Y es que toda la recaudación se repartirá entre cuatro organizaciones locales sin ánimo de lucro: Prodis, Abaimar, Aspanob y Afama. Es el sistema ideado por la nueva propiedad para entrar con buen pie en la sociedad mallorquina.

La venta de los muebles y enseres del Formentor iniciada ayer se prolongará hasta el domingo. Serán cinco jornadas en las que, de 10 a 17 horas, los interesados que hayan reservado su plaza podrán recorrer durante una hora todo el interior del hotel, incluidas las habitaciones más lujosas, en busca de saldos. La demanda ha sido tan «brutal», en palabras de la organización, que el sistema de reservas online quedó ayer colapsado y prácticamente no quedan plazas libres.

Los primeros afortunados de ayer fueron los propios trabajadores del hotel, que tuvieron preferencia a la hora de elegir los objetos que querían llevarse a casa. Es como un premio de consolación para los aproximadamente 180 empleados del establecimiento que viven con angustia el cambio de propiedad. «No sabemos si harán un ERTE o un ERE, lo que es seguro es que no trabajaremos durante los próximos dos años mientras se ejecuta la reforma», lamentó un trabajador en la cocina del hotel.

A mediodía, empezaron a entrar de forma controlada los primeros particulares que habían reservado su plaza con antelación. Se respiraba el ambiente y la ansiedad de un día de rebajas. Mientras unos seguían esperando para entrar, otros salían con las manos llenas de muebles, electrodomésticos o cuadros. Muchos habían traído sus furgonetas o remolques para transportar el material adquirido.

«El inventario está compuesto de centenares de artículos, todo el contenido del hotel, desde el mobiliario hasta toda el material industrial de hostelería», explica Carmen Cuesta, responsable de comunicación de Emin Capital. «Maquinaria que cuesta entre 7.000 y 8.000 euros puede venderse a 500 euros», añade.

Los organizadores no se atreven a avanzar una cifra aproximada de recaudación, un dato que solo se conocerá el domingo, pero apuntan que una ganancia de 50.000 euros sería «óptima» porque permitiría entregar al menos 10.000 euros a cada una de las cuatro entidades beneficiarias.

Ayer se produjeron las primeras ventas importantes. Un gimnasio que se instaló el pasado año con un coste de 47.000 euros fue adquirido por «entre 15.000 y 20.000 euros» por un particular. Todo tiene un precio estipulado, pero los objetos más grandes se venden al mejor postor.

A modo de ejemplo, sofás de cinco plazas se vendieron a 90 euros y mesas de hierro y madera a 40 euros. Incluso se compraron los cojines de las habitaciones por cinco euros, el mismo precio que costaban veinte cucharillas de café. Serán muchos los mallorquines que tendrán en su casa un pequeño recuerdo de uno de los hoteles más míticos de la isla.

El GOB denuncia que la licencia de reforma del hotel es ilegal

El GOB asegura que la licencia para la reforma del hotel Formentor concedida por Pollença «podría incumplir gravemente la normativa urbanística» de la zona porque la finca donde se ubica el establecimiento «no tiene la condición de solar» , un «requisito imprescindible» para otorgar el permiso. Además, añade que la dotación de servicios y las obras de urbanización de la zona no podrán ejecutarse hasta que los propietarios del sector urbano de Formentor no hagan las cesiones obligatorias.