Los veterinarios profesionales no ven con buenos ojos el uso del ADN en la identificación de los perros al considerar que presenta numerosas dificultades técnicas y resulta muy caro.

Responden de esta forma a la reciente aprobación por parte del ayuntamiento de Santa Margalida de una propuesta que compromete al Consistorio a elaborar un censo canino obligatorio basado en el perfil genético de ADN con el objetivo de identificar y sancionar a los propietarios de los animales si no recogen los excrementos callejeros de sus mascotas. La identificación se realizaría mediante un análisis genético de los excrementos dejados en la vía pública que se gravaría con una tasa a pagar por el propietario del animal.

Sin embargo, Tolo Palou, vicepresidente del Colegio Oficial de Veterinarios de Balears (Covib), asegura que "a efectos prácticos y legales, es muy difícil usar los análisis de ADN como prueba válida porque presentan un porcentaje de error muy elevado". De hecho, Palou recuerda que el colegio de veterinarios ya remitió una circular a los ayuntamientos para explicar las dificultades de esta iniciativa.

"A pesar de ello, parece ser que algunos consistorios prefieren seguir adelante con el proyecto", lamenta el vicepresidente del Covib en referencia al ayuntamiento de Santa Margalida, que si finalmente sigue adelante con su propuesta será el primero de Balears en adoptar esta medida.

Otros consistorios como Esporles o Incallegaron a plantearse la posibilidad, aunque finalmente parece que se han echado atrás.

Primero, la identificación

Tolo Palou explica que "actualmente, muchos perros siguen sin llevar el chip que les identifica" y añade que "no se puede poner en marcha el sistema de identificación con ADN si antes no se identifica a los animales con el chip".

Además, sostiene que los análisis genéticos requieren de "personal cualificado que sepa procesar los datos". También apunta que la aplicación de esta medida "costaría mucho dinero" a las instituciones municipales, ya que "deberían contratar a un laboratorio y contar con el personal técnico cualificado para evaluar las muestras". Por último, señala que los propietarios que instalan el chip en sus mascotas "son los más concienciados y no dejan los excrementos en la calle".