La plaga del picudo rojo que ataca a las palmeras de Mallorca ya no encabeza el ranking de preocupaciones en el departamento de Sanidad Vegetal de la conselleria de Medio Ambiente, Agricultura y Pesca del Govern, más concentrado en la actualidad en otras enfermedades más destructivas y expansivas que, como la xylella fastidiosa, afectan directamente al sector productivo de la agricultura isleña y no a especies ornamentales como son los 'fassers' existentes en la isla.

La incidencia del picudo rojo se ha reducido de forma espectacular en los últimos años. Concretamente, en los últimos tres años, desde 2015 hasta 2017, la cifra de ejemplares de palmera diagnosticados con la enfermedad ha descendido hasta un 92 por ciento, según los datos proporcionados ayer por el jefe de servicio del área de Sanidad Vegetal, Omar Beidas.

Las cifras son muy elocuentes. De los 2.707 casos detectados en el año 2014, el último de los años más duros de la plaga, se ha pasado a los 200 casos diagnosticados durante el pasado año 2017, lo que supone un 92 por ciento menos de palmeras afectadas por el picudo rojo desde 2014 hasta el pasado año.

El descenso de la incidencia ha sido progresivo desde el pasado año 2012, según los datos proporcionados por el Govern. Así, en aquel año se detectaron 2.437 palmeras afectadas por el picudo rojo, cifra que descendió en 2013 (2.187 casos) para volver a incrementarse en 2014 (2.707). A partir de ese año, el número de 'fassers' enfermos ha caído de forma espectacular, pasando a 1.277 casos en 2015; 636 en el año 2016; y 200 en 2017.

A pesar de la menor incidencia del picudo rojo, el Govern prefiere no bajar la guardia. "Es cierto que parece que hay plagas más mediáticas como la 'xylella', pero la realidad es que seguimos teniendo unas 20 plagas diferentes en cuarentena que obligan a seguir los protocolos habituales", afirma el responsable de Sanidad Vegetal de la conselleria de Medio Ambiente.

Respecto al picudo rojo, Omar Beidas señala que "sigue habiendo incidencia", aunque admite que la plaga está más controlada que nunca porque "la gente está más concienciada y la gestión es un poco más interna", lo que significa que los propietarios de palmeras afectadas ya conocen el procedimiento a seguir y en ocasiones no necesitan la intervención de la administración para solucionar su caso, ya que existen empresas privadas que se dedican a hacer los tratamientos necesarios sobre los árboles.

"Desde el Govern nos hemos dado cuenta de que cada vez recibimos menos avisos por parte de particulares, ellos ya conocen el tema después de tantos años", apunta Beidas. "Aproximadamente, recibimos solo un quince por ciento de las llamadas que nos llegaban hace siete u ocho años, cuando la plaga estaba en sus momentos más duros", añade.

Desde la detección de la plaga, se calcula que han desaparecido en Balears unas 10.000 palmeras por culpa de la acción del coleóptero, cuando el censo de estos árboles en la comunidad se sitúa alrededor del medio millón de ejemplares. Así, podría afirmarse que el picudo rojo ha provocado la muerte del dos por ciento del censo de palmeras de las islas.

Diferentes factores han influido en este punto de inflexión que se ha producido en los últimos años en la afectación de la plaga en Balears. El más importante, según Sanidad Vegetal, es la mayor información de los particulares a la hora de erradicar la enfermedad, impidiendo de esta forma que esta se expanda con facilidad por el territorio. Otro factor evidente es que ya no quedan tantas palmeras como hace una década debido precisamente a la voracidad del escarabajo.