El Molí den Roca, en el barrio harinero de Fartàritx, es un lugar especial. Su patio, a la caída de la Navidad y de las temperaturas, se transforma en el sitio idóneo para la matanza tradicional del cerdo. Del porc negre, el único de hecho que se concibe en un lugar tan marcado por el sabor como la sede de la Confraria de Tastavins de Manacor.

De buena mañana ya comienzan preparativos y trabajos. Faenas olorosas, algunas ingratas, pero todas como causa y efecto de lo que vendrá. 205 kilos de gorrino que una vez reducido a intestinos y carne picada, salada o pimentada, equivaldrán a 50 de sobrasadas y longanizas y otros 25 de botifarrons.

“Todos ellos para consumir bien en el fogueró de la noche previa a Sant Antoni, o bien durante el año como acompañamiento a una cata o maridaje de vinos”, señala Toni Gelabert, mientras pasta la mezcla mágica cuya “fórmula conoce bien quien se dedica a ello normalmente”.

Almuerzo

El almuerzo de media mañana está listo. Es ese en que se deja lo demás a reposo y se practica el intermedio que separa lo engorroso de lo alquímico, cuando antes de comer se pase a engordar los intestinos de la pasta roja.

Si el frío obedece a la matanza, el fuego tendrá que hacerlo con este manjar, una tradición dentro de otra para los Tastavins.