La Fada Morgana, en Barba-rossa, la Bruixa Tavèn, en Pere Taleca, na Joanota, l´amo de So na Moixa, Macers, negrets, dimonions, en Miquel y na Càndida. Son los nombres protagonistas del libro Els gegants de Llucmajor, un per un. El autor es Pau Tomàs Ramis (Llucmajor, 1975), maestro, jefe de estudios en el CEIP Joan Veny i Clar de Campos e investigador.

La publicación, editada por el ayuntamiento de Llucmajor, se presentará mañana, viernes, a las 20 horas, en el Claustre de Sant Bonaventura, en el marco de las tradicionales Festes de Santa Càndida. Se repartirán ejemplares gratis entre los asistentes.

Pau Tomàs se expresa con claridad al ser preguntado por el objetivo del libro: "Para dar a conocer a quién representa cada gegant, su biografía, su historia. Para que la gente conozca sus nombres y, sobre todo, lo que significan. En definitiva, dar valor a la fiesta popular y tradicional de los gegants. Considero que todo aquello que se conoce se aprecia más".

En la introducción de la obra, Tomàs revela: "En el año 1893, cuando muchos mallorquines emigraban hacia Suramérica, sobre todo a Argentina y Chile, y el Estado estaba a punto de perder sus últimas colonias, Cuba y Filipinas, Llucmajor sacó a la calle, durante las fiestas de Santa Cándida, las que serían las primeras figuras de gegants conocidas por ahora en la villa. Los geganters, jóvenes fuertes y grandes, eran admirados por el resto del pueblo. Portar aquellas pesadas estructuras, mucho más pesadas que las actuales, requería habilidad y destreza. Sobre todo eran loados por las jovencitas, que en el baile que se celebraba en Plaça les daban cierto trato de preferencia".

Uno de los apartados más curiosos del libro se centra precisamente en Les convidadores i els obrers. Algunas jóvenes llucmajoreres eran escogidas entre todas las del pueblo para recorrer el Quadrat e ir invitando casa por casa a los vecinos a participar en el baile. Eran las convidadores. Un ritual de convit ya desaparecido. El cargo era un honor. Se realizaban vestidos nuevos de payesas y se guarnecían con elegantes joyas. Las convidadores y los geganters abrían el ball de Santa Càndida. Una acuarela de Francesc Salvà de s'Allapassa recrea el momento en que obrers y convidadores iban casa por casa invitando a los llucmajorers a participar en las fiestas de Santa Càndida.

Los cabezudos y gigantes de Llucmajor tienen diferente motivación: cultura popular, Rondalles mallorquines, un poema épico, un famoso pirata-corsario, etc. Viejos gegants ardieron en un fogueró santantonier, tipo falla. De los seis gegants de Santa Càndida vigentes, cuatro fueron creados en 1970 y dos, 1971. El payés en Miquel y la payesa na Càndida, los más altos, 1989. De entre los caparrots cabe resaltar por su antigüedad los Macers y negrets, figuras centenarias obradas en los talleres barceloneses de El Ingenio.