El pueblo de Vilafranca despertó ayer con una llamativa acción reivindicativa anónima en el emblemático Molí Nou. Telas de colores, los de la bandera del arcoíris, símbolo de la comunidad LGTB (lesbianas, gais, transexuales y bisexuales) y también vinculada al deseo de libertad, adornan y dan vistosidad al edificio.

Este último molino harinero que sobrevive en la localidad se ubica en la salida hacia el desdoblamiento Palma-Manacor y la carretera de Porreres (entre otros caminos existentes). Da a las calles Miquel Barceló y Sant Martí. Está en venta desde hace años. Vecinos y oposición reclaman su restauración y potenciación pública al ser un bien patrimonial con valor arquitectónico y sentimental, proponiéndose diversos usos socioculturales y turísticos. No obstante, el alcalde, Montserrat Rosselló (Partit per al Poble), no ve prioritaria la adquisición y rehabilitación. La ecotasa del Govern balear tampoco ha destinado ni un euro.

La acción anónima pretende, además de apoyar al colectivo LGTB, exhibir las ganas de espíritu de cambio, renovación y modernización de muchos de los vecinos del pueblo de Vilafranca.