­La realidad siempre corrige a los tópicos. Una de estas creencias generalizadas dibuja a todos los jubilados europeos que vienen a retirarse a la costa mallorquina como unos joviales seres de pelo canoso a quienes la vida les sonríe en sus casas con vistas al mar y sus charlas con amigos en el club de tenis o de golf. Sin embargo, a veces, su realidad es otra, no tan luminosa, como constatan diariamente en la asociación Age Concern, con sede en Calvià, pero cuyo radio de acción abarca toda la isla.

Entre esos jubilados europeos, también se encuentran viudas sin derecho a pensión que, de repente, se quedan solas en un país extranjero; personas mayores que, sin carné de conducir, se encuentran de pronto aisladas en un pueblo de montaña sin posibilidad para desplazarse; ciudadanos europeos que, sin conocer el idioma, son incapaces de efectuar visitas al médico o de realizar cualquier tipo de trámite burocrática; y ancianos a los que la crisis ha dejado a la deriva y que requieren de la caridad para poder comer.

Todos ellos forman parte del perfil de personas que recibe la ayuda de Age Concern, cuya presidenta, Jackie Codd, vecina de Calvià, acaba de recibir un premio del Ayuntamiento por su contribución al desarrollo del bienestar social.

"Estoy encantada de hacer sido elegida, porque quizás sea una forma de dar a conocer a muchas personas el trabajo que hacemos y nos puede reportar mucho más apoyo", manifiesta Codd, quien llegó a Mallorca en 1972 procedente de su Londres natal, donde trabajaba en el mundo de los diamantes. En 2012, recibió también el premio de Ciudadana Europea de Calvià.

Trabajo de voluntarios

Las actividades que promueve Age Concern tienen una clara vertiente de ayuda social. En este categoría, se incluye un programa de distribución de cajas de comida. Un programa que, remarca Codd, "ha crecido considerablemente dado que la recesión ha dejado a mucha gente mayor viviendo por debajo del umbral de la pobreza o con muy pocos recursos". Dentro de esta categoría, se incluye la relación que establece Age Concern con consulados, hospitales y administraciones locales. La presidenta de Age Concern en la isla recuerda que hay ayuntamientos -especialmente en la comarca del Pla de Mallorca- que se ponen en contacto con ellos para hacer de mediadores y traductores con residentes extranjeros de edad avanzada.

Un caso arquetípico de persona que recibe la ayuda de la asociación es el siguiente. Una pareja se jubila y decide comprarse en Mallorca la casa de sus sueños. Buscan un sitio tranquilo para retirarse y acaban eligiendo una casa en lo alto de una montaña. Luego, sin embargo, pueden venir los problemas. "Después, el hombre fallece y, de pronto, la viuda se encuentra en una situación aterradora. Ella no sabe cómo se hacen las cosas. Puede tener una propiedad, pero no dinero, porque no tiene pensión o la que recibe es ridícula. Está totalmente aislada y vulnerable, sin realmente tener culpa de ello", detalla Codd, quien recuerda: "Nuestro síndrome de Peter Pan puede que luche contra la idea, pero el hecho es que la mayoría de nosotros llegaremos a octogenarios".

Por nacionalidades

La mayoría de personas a las que ayuda Age Concern son británicos, aunque también presta asistencia a norteamericanos, finlandeses, alemanes y daneses. "No rechazamos a nadie", explica esta calvianera de adopción.

En la actualidad, la asociación cuenta con una veintena de voluntarios. "Nuestros voluntarios ponen mucho esfuerzo en ayudar a las personas mayores, son gemas de la comunidad que a menudo son difíciles de encontrar", detalla Codd. Desde Age Concern, se recuerda que sus recursos "están al límite" y que se ven obligados a combinar la búsqueda de recursos económicos con su labor de asistencia social en beneficio de unos residentes extranjeros sin un retiro tan dorado como lo pintan en los folletos de promociones inmobiliarias.