Sa Caseta des Capellans era, en origen, una propiedad privada que fue donada al ayuntamiento de Muro. En ese momento, se dio permiso para construir casetas desmontables en las que los vecinos pudieran pasar las vacaciones de verano. Sin embargo, a medida que fue pasando el tiempo aquellos primeros hogares fueron comenzando a reformarse con tabiques de ladrillo y evolucionando hacia la vivienda sólida. En ese sentido, explica el ayuntamiento que la playa de sa Caseta des Capellans fue durante muchos años un lugar al que solamente acudían los vecinos de Muro, que conocían la zona y huían de la masificación de turistas extranjeros que se produce en playas como la de Can Picafort o Alcúdia.

No obstante, esa situación ha cambiado recientemente, pues los fines de semana el pequeño recinto de Capellans se ve saturado por una afluencia de vehículos propia de las grandes ciudades. Y es que, según apunta la propietaria de una las pequeñas viviendas que se extienden por la zona, la opinión de que ésta es una playa pequeña y tranquila se ha ido extendiendo entre los ´domingueros´, hasta el punto de que se ha terminado destruyendo su característica principal.

Aparcamiento pequeño

El problema reside en que todos los visitantes pretenden aparcar sus automóviles en el interior del pinar donde se levantan las viviendas, que solo cuenta con estacionamiento habilitado para unos 80 vehículos. Así, una vez lleno el espacio reservado para los turismos, los bañistas, apresurados por colocar su sombrilla en la arena y disfrutar del mar y el sol, abandonan sus vehículos en los lugares más insospechados.

Una de las situaciones que se producían cada fin de semana es que los visitantes aparcaban sus coches en fila en una calle sin salida que conecta con la playa. De esta forma, cuando los primeros de la fila pretendían marcharse, el método más común de solicitar ayuda era accionar la bocina enérgicamente hasta que apareciera algún conductor solidario dispuesto a apartar su coche.

Los vecinos de la zona califican la situación como "vergonzosa", alegando no solamente la cantidad de molestias diarias que les genera estar constantemente rodeados de coches, sino que lo que más les preocupa es el hecho de que con tanto vehículo estacionado indebidamente, sa Caseta des Capellans se convierte en un lugar inaccesible. "Si ocurriera alguna desgracia, el barrio se convertiría en un embudo del que nadie podría salir, no podría entrar ninguna ambulancia, ni coche de policía," apuntan diversos afectados.

Guardas de seguridad

El ayuntamiento de Muro ha tomado conciencia de la precaria situación y, por ello, ha contratado guardias de seguridad cuyo objetivo es evitar la saturación en el interior del recinto. Los agentes proceden de una empresa privada que se dedica a dirigir y organizar el tráfico en el interior del pequeño barrio todos los fines de semana.

Así, el dispositivo que se ha puesto en marcha se concentra sábados y domingos de 10 de la mañana a 19,30 horas de la tarde y se dedica no solo a facilitar a los conductores un lugar en el que estacionar, sino también a ir cerrando el acceso al área a medida que los aparcamientos se van llenando.