Tradicionalmente ha sido pescado con una gran importancia comercial, pues es considerado una esquisitez y alcanza un precio muy alto en el mercado. Se pesca con un arte específico llamado jonquiller o jonquillera que presenta varias formas, según la manera en que va armada la corona de malla muy fina con la cual se coge el pescado. La forma en que capturan el jonquillo combina las técnicas de cerco con las de arrastre. Inicialmente los pescadores localizan las molas o cardúmenes de jonquillo con la ayuda de sondas electrónicas. En cuanto se encuentra una mola se marca con una boya, un cordel de hilo y un peso. Se sueltan una tralla y unas boyas hasta que llegan al pescado. Se apaga el motor y se suelta el ancla para detener completamente el barco. Cabe explicar que el jonquillo no se dispersa cuando el barco da unas vueltas para comprobar las lecturas de la sonda. Al revés, tiende a apiñarse aún más. Una vez anclado sobre el cardumen se suelta el jonquiller. La red está formada por tres partes principales: bandas, manga y corona; con una luz de malla que disminuye progresivamente a medida que se acerca al final de la manga, donde puede llegar a ser de dos milímetros. La parte inferior de las bandas va cargada con unos pesos de plomo de forma que descanse sobre el suelo. En la superior, unos pequeños flotadores ayudan a que se mantenga abierta en forma de gran saco. Una vez calado el arte, los pescadores comienzan a jalar de los cabos que lo sujetan a mano. La velocidad de izado es muy lenta para no dispersar al banco. Se efectúa desde uno de los costados de la embarcación. El arte se desliza sobre el fondo, planchándolo pero sin arrastrar.