­No hay como un gran charco de agua para disfrutar del verano. Vilafranca, tradicional tierra de melones y que hoy precisamente celebra su Fira y concurso para calibrar su mejor fruto verde, ayer fue roja, el color de la pulpa de las más de seis toneladas de sandías que se desparramaron en pleno campo, para disfrute de niños y jóvenes quintos.

Todo empieza con una balsa excavada en la tierra que se rellena rápidamente de agua. En ella primero se esconde el denominado corn de boc, que los quintos del 93 deben buscar entre el lodazal para poder tomar el testigo de sus antecesores y poder, hoy, ser los nuevos ´jefes´ del cotarro.

Y aunque encontrarlo les costó unos diez minutos y camisetas marronosas, el esfuerzo valió la pena. Lo alzaron al cielo vilafranquer, juraron su cargo de rodillas y leyeron el juramento de investidura. Fin de la primera parte.

La segunda fue la de todos contra todas, la del sálvese quien pueda. Fue imposible acabar sin dar un disgusto a la madre. Ropa sucia y muchas lavadoras por tender.

El combate fue como marca el terreno. Hubo que correr, esconderse tras los montículos para no ser alcanzado por la munición enemiga, saber moverse con agilidad y ´pillar´ la mejor sandía para poder partirla en la crisma del mejor ´amigo´ de turno.

Todos al agua, con cáscaras de sandía en la cabeza, con pulpa sobre los ojos y con muchas risas. La Festa Bruta ofreció lo que prometía, una hora de diversión campestre asegurada. Para terminar una ducha rápida cortesía del depósito de agua a presión preparado por Protección Civil.

Una estampa completada por la celebración del duatlón en los alrededores del campo de futbol y los terrenos de rastrojos por donde las sandías volaban y la tarde de apagaba.