­Uno de los símbolos más queridos de las fiestas de sa Pobla son, junto a los caparrots, los dimonis. Su presencia es muy esperada por los niños del municipio, que sienten una mezcla de miedo y devoción, casi a partes iguales, por las figuras. Aparecen en la celebración a partir del mediodía junto a Sant Antoni y forman parte de la fiesta hasta que termina el piromusical. La pasión que levantan entre los vecinos se puso ayer de manifiesto un año más.

Cuando pasaban diez minutos de las 14.30 horas se dio el ´sus´ oficial a las fiestas de Sant Antoni con la salida de los catorce dimonis de la rectoría. Fue uno de los momentos más especiales. Instantes antes de que aparecieran en escena, la plaza de la Esglèsia ya estaba abarrotada. Durante los primeros minutos en que los dimonis pisaron la plaza, padres y niños aguardaban expectantes para que sus hijos pudieran hacerse una foto con ellos. Lo mismo sucedió en la calle Esglèsia y en la plaza Major, donde los dimonis no podían andar más de dos pasos sin ser aclamados. Aún así las figuras hicieron de las suyas persiguiendo y asustando a los niños.

El primer baile que realizaron fue ante las puertas del Consistorio y bajo la atenta mirada del equipo de gobierno y de un gran número de vecinos. Los dimonis danzaron alrededor de Sant Antoni, quien no cayó en las provocaciones y se mostró impasible. Como sucede en cada edición, los dimonis y Sant Antoni se fotografiaron ante el Ayuntamiento con las autoridades locales y desde allí emprendieron su camino por las principales calles hasta que a las 19 horas regresaron para recibir a las autoridades. Como anécdota cabe destacar que este año Sant Antoni rompió su bastón durante el recorrido.

Las figuras demoníacas están presentes en la fiesta desde 1958 y son propiedad de la Obreria de Sant Antoni, a excepción de tres de ellos que son de titularidad municipal. Este año se ha elaborado una réplica de uno de los dimonis que se encontraba en peores condiciones y cuyo dueño, Pere Crespí, cedía anualmente a la Obreria.