La ilusión que la llegada de los Reyes Magos provoca en todos los niños mueve montañas y alcanza todos los rincones de la geografía mallorquina, sin excepción. Un año más, Sus Majestades de Oriente llegaron puntuales a su cita con los más pequeños de la casa y dejaron un montón de regalos y muy poco carbón.

Ayer quedó demostrado que, cuando se trata de contentar a los niños, la crisis pasa a un segundo plano. A pesar de las dificultades económicas, los pueblos de Mallorca procuraron que la austeridad que rige hoy en día cualquier aspecto de la gestión, sea pública o privada, no se note mucho en las cabalgatas. En este caso, la falta de dinero se ha suplido con más trabajo y compromiso a la hora de elaborar las carrozas reales.

Ya se sabe que los Reyes son magos y que tienen el don de la ubicuidad. Son capaces de participar en una cabalgata multitudinaria y, al mismo tiempo, repartir juguetes en la casa de campo más apartada de la isla, en un ´llogaret´ en el que los habitantes se cuentan por decenas o bien aparecer por vía marítima en las localidades con puerto. La idea es que ningún niño de la isla se quede sin la oportunidad de ver de cerca a los míticos personajes que ponen la guinda a las vacaciones navideñas.

Las cabalgatas reales que se celebraron en todas las localidades de la isla tuvieron en común el colorido, la fantasía y la ilusión. El tamaño y la espectalaridad dependen más de las dimensiones del pueblo. Como es natural, Inca y Manacor fueron las localidades de la Part Forana que vieron las cabalgatas más grandes, aunque ello no significa necesariamente que fueran mejores que el resto.

En la capital del Raiguer, siete carrozas y un trenecito acompañaron a las tres carrozas reales que se estrenaron en la cabalgata del pasado año y que tienen la forma un elefante, un tigre y un león. Miles de personas siguieron el paso de la cabalgata en las calles del centro de la ciudad antes de la llegada de la comitiva a la plaza de España, donde este año, por primera vez, se llevó a cabo la adoración que antes se celebraba en Santa Maria la Major. Una niña leyó un discurso de bienvenida a los Magos en nombre de todos los pequeños de Inca.

En Manacor, la cabalgata también destacó por su voluminosidad y porque este año salió más pronto de lo habitual, una medida que satisface a las familias porque así los niños ganan tiempo para jugar con los regalos. El recorrido fue el mismo que se estrenó el pasado año, con escala final en la iglesia dels Dolors para adorar al Niño Jesús.

En otras comarcas de la isla, como el Ponent, la abundancia de cabalgatas volvió a ser la nota dominante. En Calvià se pudo ver a los Reyes en cada uno de los núcleos de población dispersos del municipio, y en algunos de ellos, como en Portals, lo hicieron por vía marítima. En Llucmajor también hubo comitivas reales en las diferentes urbanizaciones.

Algunos municipios del norte de la isla también vieron llegar a los Reyes Magos en barco, como en el caso del puerto de Alcúdia, y en otros, como sa Pobla, lo hicieorn en tren. En la mayoría de poblaciones, los Reyes repartieron los regalos a domicilio a las familias que previamente lo habían solicitado.

* Han colaborado en la información:

T. Obrador, M. Serra, M. Bosch, M. V. C., B. Noguera, B. Bergas y J. Pons