Miguel Tomàs Gelabert ejerce como médico asistencial del Servicio de Atención Médica Urgente (SAMU) desde 1994. Trabaja en una ambulancia de soporte vital avanzado. Su profesión exige estar siempre en alerta. Con su equipo, formado por un técnico-conductor y una enfermera, acude allí donde se ha producido una emergencia. Las fiestas populares, sobre todo en verano, son uno de sus destinos más frecuentes.

– Por su experiencia en este tipo de fiestas, ¿considera que los jóvenes de ahora beben más que antes?

– Hemos observado que el consumo de alcohol está aumentando y lo hace cada vez en gente más joven, a partir de 15 o 16 años. También nos llaman más por episodios de coma etílico.

– ¿Cómo actúan ante un coma etílico?

– Lo primero que hacemos, camino del hospital, es el control de la vía aérea, de la respiración. Llegado el caso, lo podemos conectar a un aparato de respiración asistida. A veces ponemos además suero, para diluir el alcohol que tiene en sangre. Y el paciente va monitorizado para controlar el ritmo cardiaco y así evitar que haya una arritmia provocada por el consumo de alguna sustancia estimulante.

– Y cuando llegan al hospital...

– Se les practica una analítica para ver la cantidad de alcohol que tienen. Dependiendo de cómo estén, algunos necesitan un lavado gástrico e incluso una diálisis renal.

– ¿Cubren más casos de hombres o de mujeres?

– Atendemos más chicas que chicos. Ellas toleran peor el alcohol, y el problema es que se juntan con chicos e intentan beber igual que ellos. Además, cuanto más jóvenes son, peor lo toleran.

– ¿El máximo porcentaje de alcohol en sangre de un individuo que usted recuerde?

– Cuatro gramos [la tasa máxima en sangre para conducir es de 0,5 gramos].

– Desde siempre se ha bebido en las fiestas populares y la gente suele relativizar las consecuencias de una gran borrachera.

– El principal peligro reside en el efecto imitación. Si uno va a un sitio y ve que hay mil personas bebiendo, relativizas el peligro. Entonces pasa que en ese tipo de fiestas hay gente que no está habituada a beber y acaban bebiendo mucho alcohol de alta graduación y en poco tiempo. El organismo es incapaz de asimilarlo y ahí viene el peligro. Se entra en la patología.

– Y en esa patología se puede llegar a producir el coma etílico...

– Se produce cuando la ingesta de alcohol ha sido tan grande que pierdes la conciencia. No hay que confundirlo con lo típico de dormir la borrachera. En este caso, existe un riesgo potencial, porque, aparte de la intoxicación, en un caso extremo puede haber una parada respiratoria. Otro problema son los vómitos. Pueden entrar en los pulmones y, entonces, te ahogas. Y, si todo esto lo combinas con alguna sustancia estimulante, como pastillas, anfetaminas o LSD, el resultado es un cóctel molotov.

– ¿Cómo proceden cuándo se encuentran con un menor de edad en este estado?

– Lo que hacemos es informar a los agentes de la Policía Local, que son los que se encargan de contactar con los padres para informarles.

– El exceso de alcohol deriva frecuentemente en broncas.

– El alcohol es una sustancia que desinhibe. A la hora de hablar con gente, de ligar. Y también desinhibe el miedo a buscar la gresca. Así vienen después las peleas.

– ¿Algún consejo para evitar estas situaciones?

– Desde mi experiencia personal, yo intentaría evitar los lugares adonde se acuda sólo para beber. En competiciones deportivas nocturnas, nunca hemos tenido un episodio de intoxicación etílica.