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Patrimonio

Arquitectura al servicio del mercado

Los propietarios de algunos de los edificios catalogados del siglo XX dan una vuelta de tuerca a su primera función y los convierten en hoteles, o tiendas oficiales de clubes de fútbol u oficinas de telefonía móvil - Palma es una ciudad uniformada

Arquitectura al servicio del mercado

La mejor ciudad para vivir, según la prensa británica, está perdiendo sus señas de identidad a marchas forzadas. Esta sería la visión pesimista. Una lectura más positiva diría que si los tiempos cambian, con ellos también sus urbes que, a fin de cuentas, no hacen más que reflejar los vaivenes del modelo económico y social imperante. Palma es cien por cien pragmática. Por eso, los propietarios de algunos de sus edificios históricos se adaptan al pulso del siglo XXI: crecer sin aliento.

El reciente caso del bar Cristal en la plaza de España

El reciente caso del bar Cristal en la plaza de España, cerrado a principios de septiembre porque los empresarios que los han regentado durante más de sesenta años, la familia Ramis, no van a poder afrontar el elevado alquiler que les pedían los propietarios del local, la familia Isern, ha puesto en evidencia que el lema bussiness is bussiness no atiende razones.

En lugar del bar, muy popular en la ciudad, se instalará con toda probabilidad una oficina de una compañía de telefonía movil, la francesa Orange, que sí podrá satisfacer, no los 15.000 euros que se les pedía a los anteriores inquilinos, si no 25.000 que al parecer pusieron en la mesa como oferta difícil de rechazar.

El edificio que Bennàzar levantó en un goloso solar que quedó al derribar las murallas para construir en él viviendas, y hecho en clave modernista, no será tocado, no puede serlo, porque es un Bien Catalogado. Otra cosa es que en su interior se asiente un comercio que no tiene nada que ver con la historia de la ciudad. Palma es un urbe ajustada a su contemporaneidad.

Es por ello por lo que algunos de sus edificios históricos se están convirtiendo en hoteles de ciudad o de interior. A la arquitectura de los casales, a las grandes casas de la aristocracia que han acabado convertidas en establecimientos de lujo para turistas de bolsillo grande, sumarles también la arquitectura del siglo XX.

El año pasado Casa Roca cerró por falta de relevo generacional tras más de 166 años que la popular papelería estuvo en manos de la familia Roca. Catalina Torrents, "cansada", y aconsejada por sus hijos, puso a la venta no solo el negocio sino el edificio entero. Es obra del arquitecto Francisco Roca, el mismo que levantó el discutido monumento al 'Baleares' en sa Feixina. Este arquitecto no es familiar de los descendientes del empresario catalán, Francisco Roca Paretes, que fue quien abrió el comercio.

Ha sido un empresario inglés con otros negocios en Mallorca, y muy "enraizado" en la isla, el que se ha hecho con el inmueble. Lo va a convertir en hotel. Aparte de verse obligado por estar catalogado, el inglés mantendrá todos los elementos de la papelería que acabará convertida en un bar.

También habrá un cambio de uso en el edificio de El Águila, otra arquitectura de Bennàzar, que en 1908 se levantó para albergar unos almacenes. En el siglo XXI, será un hotel de interior. El promotor Josep Milian le ha encargado al arquitecto José Francisco Reynés la rehabilitación del edificio histórico. Los planes es que abra sus puertas a finales de año. Cuatro años atrás, éste mismo firmó la reforma para convertir todo el edificio, salvo el negocio de calzados, que sigue en marcha, en pisos, pero los vientos favorables al turismo en la ciudad de moda, contestada este pasado por una manifestación de más de tres mil voces que piden que Palma sea una ciudad para vivirla y no solo como mercancía turística para visitar, alteró el plan. Palma Suites será el resultado.

Madrid mete un gol en Cort

En 2014, Madrid le metió un gol a la ciudad al instalar en pleno centro, en la mismísima plaza de Cort la tienda oficial del club de fútbol. Con ella inauguró su expansión en otras comunidades españolas. Y lo hizo en can Corbellà, un ejemplo de estilo neomudéjar que adaptó el premodernismo. Obra del maestro de obras Nicolau Lliteras, albergó la Droguería Corbellà, especializada en productos de Bellas Artes, hasta 1985. Joan Miró fue uno de sus clientes. Durante años estuvo cerrada hasta que otro empresario mallorquín, Sebastià Crespí adquirió la planta baja y abrió un comercio de productos de interiorismo. Hasta que llegó el fútbol y ocupó, de manera poco ortodoxa, tan importante esquina.

Los mismos que se llevaron las manos a la cabeza cuando les cerraron el bar Cristal, que tampoco frecuentaban hasta que se anunció su clausura, compensaron su susto tras el anuncio de que can Joan de s'Aigo se iba a instalar en los bajos del conocido como bar Triquet.

De nuevo un edificio de Gaspar Bennàzar sirve al pulso de los negocios locales. La tricentenaria heladería montará con este local en las avenidas su tercer comercio. Tras el cierre del bar Triquet en 2005, ha sido ocupado por tiendas franquicia de ropa. Con Joan de s'Aigo, la tradición de la ciudad se ve compensada con tanta globalización.

Algo similar a lo que ha sucedido en el edificio modernista de Can Forteza Rey, cuyo local comercial aloja desde marzo de este año al horno de Santo Cristo. Otro Bien de Interés Cultural que alimenta.

Can Corbellà le sirve al Real Madrid para promocionarse

El edificio modernista de estilo neomudéjar, que durante años fue la droguería que vendía material de arte a pintores como Joan Miró, es desde 2014 la tienda oficial del club de fútbol del Real Madrid. En pleno centro de la ciudad, en la plaza de Cort junto a la calle de Santo Domingo, es el hervidero más grande del paso de cruceristas y turistas por la saturada ciudad de Palma. No muy lejos, en otra esquina, está la tienda del Barça, pero ésta no ocupa un edificio histórico.

L´Àguila: De Almacenes a hotel de interior

Bennàssar también fue el arquitecto de los almacenes L´Àguila en 1908. Su planta baja es un negocio de calzado que sigue funcionando; sus pisos han estado cerrados. Ahora, el arquitecto Reynés lleva a cabo su conversión en hotel de interior de la mano del promotor Josep Millian, que adquirió este inmueble en los 90. Al adquirirlo encargó una reforma que devolviese el esplendor original que se había mutilado para albergar Grand Chic.

El edificio del bar Triquet: Can Joan de s´Aigo abrirá otro negocio en el local

También el edificio de viviendas de las Avenidas está firmado por Gaspar Bennàssar. Se construyó tras el derribo de las murallas. Durante años, los bajos del edificios albergaron el popular bar Triquet que acabó cerrando sus puertas en 2005. Desde entonces y hasta la fecha ha sido ocupado por diferentes negocios y franquicias de ropa juvenil. A finales de verano, se supo que los propietarios de la heladería histórica can Joan de s´Aigo alquilaban el local para poner su tercera pica en la ciudad. Los ciudadanos suspiraron con alivio. Es la buena noticia a una ciudad cada vez más uniforme.

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