De raíz vecinal, modelo asambleario y estructura horizontal se perfila el movimiento Ciutat per a qui l'habita, que desde finales del septiembre del pasado año se han convertido en uno de los Pepito Grillo del actual Govern de pacto de izquierdas al que juzgan "tibio" incluso en la aprobación de la regulación del alquiler turístico. "No han querido replantear el modelo turístico. Siguen pensando, ellos también, que vivimos del turismo. ¿Con contratos precarios? Del turismo se lucran hoteleros y restauradores. Este gobierno no ha sabido salir de la lógica, a su juicio, del consumo. De ahí que todo sea objeto de mercantilización. La turistificación de Palma es el ejemplo más claro".

Son varias las mujeres que enhebran las anteriores afirmaciones. Cinco de ellas prestan voz para alertar de que "si seguimos con este modelo, nos vamos al garete". Irene Barceló, Angélica Guzmán, Maria Bover, Marusia y Ángela, a las que más tarde, se sumará Lola, no se arrugan a la hora de desmentir 'el buenismo' de algunas medidas cuando "somos muchos los inquilinos en el centro de Palma que vivimos angustiados de tener que dejar nuestras casas porque nos suben el alquiler, una manera de echarnos, para poder alquilar a los turistas".

Denuncian casos como el de una anciana de 90 años a la que una empresa alemana le está haciendo mobbing para que deje su piso. La ley que este martes pondrá freno y multas al alquiler vacacional en fincas de pisos no rompe, a su juicio, "un monocultivo, el turístico, en un lugar como Mallorca donde el equilibrio es frágil".

Marusia viene de México, y aquí se ha encontrado, que en su barrio, Canamunt, donde hasta hace un par de años, se vivía vida de barrio, "ahora muchos han sido arrojados de sus casas porque han pasado a ser alquiladas por plataformas tipo airbnb, y los que aún quedamos, sufrimos el ruido, la pérdida de tejido social: la dimensión humana de la ciudad".

"El centro se está quedando vacío de residentes para ser ocupado por turistas de paso. Muchos de ellos, ni siquiera saben que ocupan una plaza que ahora es ilegal. Cuando les hemos informado, algunos se han ido. Uno me dijo que en su ciudad está pasando lo mismo; y se solidarizó con nuestro movimiento", cuenta Irene.

Ciutat per a qui l'habita se desvincula de la turismofobia. "Estamos por un turismo de bajo impacto, y eso significa, que dejen de mercantilizar la isla, la ciudad, nuestras vidas. Palma pasará de moda, otros destinos volverán a ser los elegidos por la depredadora industria turística; ¿qué dirán entonces, cuando ya no queda nada de la isla, ni siquiera nosotros?" "Nos queda poco tiempo", Retan a la Administración.