A pie, en bicicleta, con patines y en autobús. Todos los medios para ascender al castillo de Bellver. La fortaleza volvió a ser tomada, un año más, por los peregrinos del Diumenge de l'Àngel, "la fiesta popular con más significado que se vive en Palma", declaró Joan Forteza, presidente de la Federació d'Associacions de Veïns de Palma.

Se esperaban diez mil, pero la cifra se superó al filo del mediodía, y el ángel, aún no había aparecido. Una hora después, descendió la escalinata del castillo a ritmo de Alaska. La Banda de Camp Redó precedió con el 'A quién le importa' de Olvido Gara, que fue coreado por algunos asistentes.

Entre los miles de niños, se encontraba Angels Arias, de 13 años. Ella participó con un cometido claro: "Hacer fotografías desde el Jueves Santo hasta el Domingo del Ángel", indicó sin perder de vista el móvil. Es alumna del colegio Sagrat Cor de Palma.

Adela Belmas es reincidente. El de ayer fue su tercer año subiendo a Bellver. "A los niños les gusta". Les preparó a Aldo y a Edgar un picnic.

La tradición manda que esta festividad que clausura la Pascua sea también la despedida de las panades.

Reivindicaciones

Como es habitual, las distintas asociaciones vecinales aprovechan para lanzar sus reivindicaciones. Hubo recogidas de firmas contra el alquiler turístico, que ayer concluyó su campaña; y también los que demandan que se abran los caminos públicos de Son Rapinya pedían rúbricas para su causa. Se pidieron también el stop desahucios y se anunciaba una concentración este martes ante el Parlament. El alcalde José Hila escuchaba sus quejas. No muy lejos, su futuro sustituto Antoni Noguera, y Neus Truyols, de Més, y los representantes de la oposición del PP.

Ajenos al ajetreo, absortos con los malabarismos del Circ Bover, centenares de personas ocupaban el patio de Bellver, mientras afuera movían pieza los jugadores del torneo de ajedrez. El jaque mate no prestó atención a nadie.