Le quedan seis meses en la alcaldía y parece que es ahora, en el que probablemente será su último discurso de la Festa de l'Estendard, cuando José Hila saca su lado más político y reivindicativo. El alcalde de Palma solicitó ayer más autonomía para el municipio y más recursos económicos con el argumento de que en la capital vive casi la mitad de Mallorca y ofrece servicios a toda la ciudadanía de la isla.

"Palma se encuentra infradotada económicamente en relación con todo lo que representa y aporta al conjunto de Mallorca y de la comunidad", dijo Hila en presencia de los presidentes del Govern y del Consell, Francina Armengol y Miquel Ensenyat, en un discurso más gubernamental que institucional.

En el apartado económico, también hizo mención al turismo y pidió "evitar las saturaciones como las de este verano". También aludió a los 4.000 nuevos contratos que ha generado el sector este año, pero reclamó que esos trabajadores tengan "más derechos y sueldos dignos".

El alcalde lanzó un ataque al PP al denunciarlas muchas "víctimas de la crisis y de los recortes de los diferentes gobiernos en la pasada legislatura". Los regidores populares negaron con la cabeza mostrando su disconformidad al discurso del munícipe socialista.

Hila también envió un recado al Consell de Mallorca en relación a la Festa de l'Estendard, que a partir del año que viene será la Diada de Mallorca. "Sumar siempre es positivo -dijo-, pero Palma reivindica su papel al frente del Estendard", en alusión a las intenciones de la institución insular de organizar o coorganizar una de las fiestas civiles más antiguas de Europa.

El motivo de su discurso de este año, la frase que repitió como hilo argumental, fue la de alzar el Estendard. "La ciudad la hacen las personas y ellas son nuestro reto diario. Por ellas alzamos cada año el Estendard. Tan solo espero haber aportado como alcalde mi pequeño granito de arena para abrir las puertas del Ayuntamiento a la ciudadanía, para devolver la política a la calle, para recuperar la proximidad y la escucha activa de los problemas de las vecinas y vecinos de Palma", declaró el alcalde para finalizar su alocución en unas palabras que ya sonaron a despedida.

La plaza de Cort, a excepción de los regidores del PP y C's, le ovacionaron. Y no solo al final. También le interrumpieron hasta en nueve ocasiones para aplaudirle. Por segundo año el 31-D estuvo exento de polémica. Los políticos no recibieron críticas, sino al contrario. No hubo gritos, abucheos, pitadas ni quejas como las de la ofrenda floral del día antes.

Los actos del Estendard comenzaron puntuales a las 10.15 horas con la colocación en la plaza de Cort del pendón real de la Reconquista y la cimera del rey Martí. El edificio del Ayuntamiento, a pesar de estar tapado por los andamios, se engalanó con los damascos de color carmesí y colgó de su fachada el cuadro de Jaume I.

La policía de gala, ausente

La corporación municipal marchó en procesión hasta la Seu con la habitual comparsa de tamborers de la Sala, Banda de Música Municipal, Policía Montada, cavallets y cossiers, entre otros. Solo faltó la Policía Local de gala, que por segundo año no ha participado en el Estendard porque Cort no les paga el plus para asistir a la fiesta.

Una vez en la Catedral, comenzó la misa solemne presidida por el administrador apostólico del Obispado de Mallorca, Sebastià Taltavull.

El propio Taltavull se encargó del sermón de este año, que también tuvo una marcada carga política. Resaltó que la Festa de l'Estendard es una jornada "de afirmación de un pueblo llamado a vivir su identidad de cultura, lengua y tradiciones de siglos".

Hizo un llamamiento a amar la tierra, la lengua propia -citó tres veces a Ramon Llull y dos a mossèn Antoni Maria Alcover-, a mantener las raíces y a defender los derechos que son propios y originales de pueblo mallorquín. "Menospreciarlos comportaría ser un pueblo sin rostro o totalmente desfigurado", agregó Taltavull.

Tras una hora y media de misa (duró 15 minutos más de lo previsto), la comitiva regresó a la plaza de Cort para la lectura del poema La Colcada, de Pere d'Alcàntara Penya, que dramatizaron Miquel Lladó y los integrantes de la Escola de Música y Danzas de Mallorca.

La lectura a pie de calle del discurso del Estendard, el nombramiento de Alexandre Jaume como hijo ilustre de Palma y la entrega de cinco medallas de oro de la ciudad fueron los actos finales de la celebración del 31 de diciembre.