Un agente de la Policía Local de Palma contó al juez Penalva y al fiscal Subirán que recibió órdenes del cuartel de San Fernando para realizar un determinado servicio. Consistía en estar de plantón en la calle Industria de Palma a una determinada hora, porque se habían recibido quejas de actos vandálicos y de motos que circulaban por la acera. Este policía actuaba solo y pronto descubrió que la queja no se ajustaba a la realidad. Después averiguó que el vecino que se quejaba era Carlos Veramendi, el político del PP. El policía local no hizo ningún informe porque no encontró nada irregular. El funcionario detalló que en una ocasión se encontró con Veramendi en la calle. Se identificó como un ciudadano y le dijo que ya era hora que hubiera presencia policial, porque aquella calle era un desastre. No era la apreciación que tenía el policía, ya que nunca escuchó excesos de ruidos ni observó que los negocios tuvieran la música más alta de lo normal. De hecho, calificó esta zona de Palma de "tranquila", si bien concluyó que a "Veramendi parecía molestarle todo". Este policía también reside por la zona y en una ocasión el político le recriminó que acudiera a jugar a la calle con su hija menor, "porque los niños hacen ruido y causan molestias", detalló este testigo.
En uno de estos plantones, el agente recibió una llamada desde la emisora. Le informaron de que Veramendi había llamado para quejarse de que estuviera sentado sobre la moto fumando, en vez de realizar el servicio ya que las motos estaban circulando por la acera. Precisamente ese día este policía, que nunca ha fumado, estaba atendiendo otro servicio relacionado con un incendio.
El policía se quejó de esta situación y fue cambiado de servicio. La decisión la tomaron el exjefe de la Policía Local, Nicolás Herrero, y un subinspector. Le reconocieron que cumplían órdenes y que estaban "quemados" con este asunto.
