Aterrizó en la EMT con ocho años de experiencia al volante de un bus del TIB, así que la transición a los buses de Palma le fue como la seda. "Creía que iba a ser más estresante, y sin embargo no", afirma José Carrasco, de 46 años. Su bagaje como chofer le hace ser precavido en la conducción. "La seguridad de los pasajeros es lo más importante para dar un buen servicio. En Palma no hace falta correr con el bus: el siguiente semáforo estará en rojo y tendrás que esperar igual", razona. Por eso prefiere esperar a que la gente mayor se siente antes de arrancar en la parada y tomárselo con calma. "Si saludas a todos los pasajeros, ya tienes mucho ganado".