El destacado poeta y escritor inglés Robert Graves vivió cuarenta y siete años en Mallorca. Aunque tuvo un contacto continuo con Palma, incluso tuvo casa unos años en la ciudad, su residencia siempre estuvo en el pueblo de Deià. De todas formas, sus visitas semanales por la calles y terrazas de Palma, nunca pasaron desapercibidas para sus habitantes, tal como nos recuerda José Carlos Llop: "Cuando yo salía del colegio en primavera, había días en que se paseaba por Palma un hombre con sombrero de indio navajo, un pañuelo rojo anudado al cuello y una cesta colgada del hombro. Solía sentarse en la terraza del bar Formentor y

al mediodía acudía a la central de Correos...".

Robert Graves nació en Wimbledon, en 1895. De joven pasaba los veranos en Alemania y Gales. En Snowdon se aficionó al montañismo en compañía de George Mallory, el famoso alpinista que desaparecería en el Everest unos años más tarde. Su gusto por la literatura, que no por el deporte escolar, y sus orígenes alemanes (un inconveniente nada desdeñable en la Inglaterra de aquella época), sin duda contribuyeron a que Graves fuese un inadaptado en el colegio. Graves, desde el inicio de sus estudios universitarios, tuvo claro que quería ser poeta. La profesora Juana Mª Seguí nos recordaba que la Gran Guerra (1914-18), fue una buena oportunidad para escapar del ambiente académico de Oxford "al que veía como una continuación del sistema educativo que despreciaba por estulto e hipócrita". De esta manera, se alistó en el Royal Welsh Fusiliers, en el norte de Gales, por lo que no tardó en ser trasladado a las trincheras. Durante la batalla del Somme (1916) fue herido de gravedad. Aunque sobrevivió, las secuelas de la Guerra le acompañaron de por vida.

A los veinte años se casó con Nancy Nicholson, con quien tuvo cuatro hijos. En 1929, tras varios años de altibajos familiares y económicos, así como complicadas tramas amorosas que causaron gran escándalo en Inglaterra, provocaron un drástico cambio de rumbo en la vida del escritor. Ese fue el momento en que Graves escribió Goodbye to All That; al mismo tiempo que, junto a su nueva pareja sentimental, la poeta norteamericana Laura Riding, buscó un lugar alejado para llevar su nueva vida apartada.

Según dejó escrito el propio Graves, la primera persona que les recomendó Mallorca fue la escritora norteamericana Gertrude Stein, la cual había residido en El Terreno durante los años 1914 y 1915. Ello les llevó a investigar sobre la isla, y cuanto más conocían, más les gustaba, por lo que finalmente decidieron trasladarse a la capital balear. Graves y Riding llegaron a Palma en el mes de octubre de 1929. Los primeros días residieron en el Grand Hotel. Durante uno de sus paseos por la ciudad entablaron conversación con un pintor callejero, el cual les recomendó visitar Deià "un pequeño pueblo de pescadores y montañeses, en la sierra norte, lugar tradicionalmente escogido por artistas, escritores y pintores por su tranquilidad y belleza". De esta manera se inauguró una relación (Graves y Deià) que duraría más de cuarenta años. En Deià "he encontrado el ambiente que buscaba para trabajar como escritor: sol, mar, montañas, agua de manantial, frondosas arboledas, sin formalismos sociales y unos pocos lujos de la civilización como son la luz eléctrica y el servicio de autobús para ir a Palma, la capital".

Efectivamente, por aquellos primeros años Graves y Riding solían "bajar" una vez a la semana a Palma. Según cuenta J.M. Seguí, su punto de encuentro era el bar del desaparecido hotel Alhambra (sito en el solar que hoy ocupa l'Hort del Rei). Aparte de este mítico café, Graves solía frecuentar la tienda de antigüedades de Margarita Mateu, en la calle Paraires. Allí compraba muebles para su casa de Deià, Canelluñ y compraba antiguos botones mallorquines que luego usaba para sus chalecos o convertía en joyas para Laura. También solía ir a Can Ribas, en la calle San Nicolás, para comprar telas de lino y seda, con las que luego se hacía chalecos, pantalones y camisas. El frontón Balear (Jai-Alai) también era frecuentado por el poeta inglés. Finalmente, un lugar ineludible era la visita a Correos dónde recogía las cartas y paquetería semanal. La lectura de periódicos ingleses y la revista Time, le mantenían informado semanalmente de lo que acontecía en el mundo anglosajón. Por aquellos años recibieron la visita de no pocos artistas e intelectuales norteamericanos y británicos: el pintor John Aldridge, el periodista de la revista Time, Tom Mathews o el poeta James Reeves. De esta época, se conoce la anécdota de la visita a Palma de W.B. Yeats, el cual les envió un mensaje para concretar una cita. Pero para sorpresa del poeta irlandés, Robert y Laura rehusaron quedar con él. Por lo visto, ese desaire se debía, entre otras cosas, a que Yeats, unos años atrás, no había hecho demasiado caso a la poesía de Laura Riding.

El golpe de estado de Franco les sorprendió en Deià. La indiferencia inicial sobre el asunto, con los días se fue tornando en preocupación, hasta que, finalmente, se precipitaron los acontecimientos. El dos de agosto recibieron la inesperada visita del excónsul Británico en Palma, el cual les conminó a embarcarse esa misma tarde, en el destructor británico Grenville. Se fueron con lo puesto. Una vez en Palma, camino del puerto, Graves recordaba una ciudad gris, en que los soldados golpistas aparecían desaliñados y respaldados en fachadas con los cristales rotos de sus ventanales. Al zarpar pensaban que la vuelta a Deià sería cuestión de semanas. Pero Laura no regresó jamás y Robert Graves no lo conseguiría hasta al cabo de diez años.

Durante su "exilio" Graves se separó de Laura Riding, para posteriormente empezar una nueva relación con la inglesa Beryl Pritchard, con quien se casaría y llegaría a tener cuatro hijos: William, Lucia, John y Thomas.

Los Graves regresaron a Mallorca en 1946. Aterrizaron en Son Bonet a bordo del Dragon Rapide , el mismo avión -casualidades de la vida -que años atrás había trasladado a Franco. Con su vuelta a Deià también se reanudaron sus visitas semanales a Palma. De hecho sus mejores amigos los tenían en Palma: Archie y Cicely Gittes. Cuando los Graves llegaban a la ciudad, lo primero que hacían era ir a desayunar con unos amigos que vivían a bordo de un barco anclado en el Club Náutico. Luego cada uno hacía sus recados y a media mañana se encontraban en el bar Fígaro, con el pintor William Cook. Desde entonces Robert Graves nunca abandonaría su "sombrero de indio navajo", de la misma manera que su residencia siempre sería Deià. Murió al poco tiempo de haberse estrenado el adviento de 1985.