La contundente oposición de Jaime II de Mallorca hacia las aspiraciones del infante Ferrando sobre los dominios occitanos provocó la enemistad entre padre e hijo. Por ello, el tercer hijo del rey de Mallorca buscó la protección del rey de Aragón, su primo. Ferrando, tras la intentona occitana, y a pesar de acabar en fracaso, se granjeó la fama de corajudo caballero, temerario, sí, pero también muy capaz de alentar a sus huestes. Seguramente por ello, el rey de Aragón le propuso pasar a Sicilia, dominio también de la Casa de Barcelona, para ayudar al rey Federico III „que también era primo suyo„, en la importante tarea de sustituir al malogrado Roger de Flor al frente de la famosa ´Companyia Catalana´ que actuaba en el Mediterráneo oriental. En 1307, Ferrando se desplazó a la península de Galípoli (en los Dardanelos). Allí tuvo un buen recibimiento por parte de los jefes de ´La Companyia´: Ferrando Xemenis d´Arenós, Berenguer d´Entença, Ramon Muntaner (el futuro cronista)... a excepción de uno de ellos, el avieso Bernat de Rocafort, pues quería ser él el lugarteniente. Este último no tardó en montar una treta para asesinar a estos barones principales, lo que provocó el desgobierno de la soldadesca, conformada por almogávares, turcos y turcoples. Ante esta traición, el infante Ferrando y Ramon Muntaner, que a partir de entonces se convertirían en grandes amigos, decidieron volver a Sicilia. Pero durante el viaje, tras pasar el puerto de Halkis (en el Negroponte), fueron interceptados por las naves capitaneadas por el francés Tibaut de Cipoys, vasallo de Carlos de Valois, y por tanto opositores al rey de Sicilia: "E així menaron-lo ab vuit cavallers e quatre escuders a la ciutat d´Estives: al castell qui ha nom Sant Omer lo duc d´Atenes lo fiu guardar". El encarcelamiento tuvo lugar durante el mes de julio de 1307. Permaneció prisionero durante un año, hasta que, gracias a la intercesión de los reyes de Aragón, Francia y muy especialmente de su padre, Jaime II de Mallorca, y de su hermana, Sancha, casada con el rey de Nápoles, Roberto de Anjou, fue liberado. Embarcó en una galera y zarpó hacia Cotlliure, y de allí se dirigió a Perpinyà donde le esperaban sus padres, que "feu-ne gran festa lo rei son pare, e Madona la Reina [Esclarmonda], e tots quants n´havia en les terres del senyor rei de Mallorques, per ço com tots l´amaven més que fill que el Rei hagués". De esta manera padre e hijo se reconciliaron.

Tras tan larga y dura aventura, Ferrando, lejos de buscar una vida más tranquila, en 1309, acompañó, en representación de su padre Jaime II, a su primo, el rey de Aragón, a la expedición contra los sarracenos de Almería: "ricament aparellat amb cent cavalls armats e amb molts homens de peu a ab galees e llenys". A pesar de que la campaña no fue favorable para los cristianos, el comportamiento de las fuerzas mallorquinas fue brillante, especialmente la acción del infante Ferrando, que dio muerte al hijo del rey de Guadix, lo que le aportó, todavía más, la reputación de ardid caballero. Volvió junto a su padre, de quien pocas veces se separaría. Por ello, cuando el 23 de mayo de 1311 Jaime II, rey de Mallorca, conde del Rosselló y señor de Montpeller, encontró la muerte en el castillo de la Almudaina, en la Ciutat de Mallorca, él fue el único hijo que estaba a su lado. Inmediatamente después del fallecimiento del monarca, Ferrando tomó el mando y se encargó de organizar la llegada de su hermano, y heredero al trono, Sancho (el hermano mayor, Jaime, había renunciado a la corona para ingresar en la orden franciscana), que en aquellos momentos se encontraba en Perpinyà. También organizó los actos de coronación, que tuvieron lugar en la capital mallorquina, y durante los meses siguientes acompañó y escoltó al nuevo rey de Mallorca. Al año siguiente, el rey Federico volvió a requerir los servicios de su primo mallorquín, a quien le otorgó el señorío siciliano de Catania.

En 1314, Ferrando se casó en Mesina con Isabel de Sabrán, princesa de Matagrifon (actual Akova). Según Muntaner, Isabel era "la pus bella creatura de catorze anys que anc hom pogués veer, e la pus blanca, e la pus rossa e ab la mellor color". Pronto quedó en cinta. Durante el mes de abril de 1315, en el castillo Ursino de Catania, dio a luz un niño, que bautizaron con el nombre de Jaime, el mismo que al cabo de unos años se convertiría en el rey Jaime III de Mallorca. A pesar de este feliz acontecimiento, las desgracias se cernían sobre Ferrando y su familia. Su joven esposa moría al mes de dar a luz. No hay que perder de vista que Isabel era la heredera del Principado de Morea-Acaya, asunto nada baladí, pues ello significaba poseer la soberanía eminente sobre Grecia. Ahora bien, este importante territorio tenía otros pretendientes. El primero era Luis de Borgoña, el viudo de Mafalda de Hainaut, prima de Isabel de Sabrán, y el segundo era Roberto de Anjou, rey de Nápoles. Por este motivo se decidió trasladar al recién nacido Jaime a Perpinyà para que permaneciese bajo la protección del rey de Mallorca. Al mismo tiempo, Ferrando se había desplazado con su hueste al Principado de Morea-Acaya para defender sus derechos. Desembarcó en el puerto de Clarenza (actual Kylini) consiguiendo ocupar su población y su castillo de Clermont. Desde allí recorrió el territorio de Morea ocupando diferentes ciudades y castillos. Esta campaña militar provocó la rápida reacción de sus adversarios: Luis de Borgoña, Roberto de Anjou... y la República de Venecia „celosa de su poderío comercial en el Peloponeso„ se unieron contra el Infante mallorquín. Ferrando pidió ayuda militar al rey de Aragón y a su hermano Sancho I. Aunque éstos le enviaron las tropas solicitadas, las naves venecianas llegaron antes y empezaron a desembarcar las huestes borgoñonas. Ferrando, demostrando una vez más su osadía ?y su falta de prudencia?, lejos de esperar los refuerzos se lanzó hacia las tropas enemigas. Fue el 5 de julio de 1316, en el lugar conocido como Manolas, en la Elida, donde el Infante encontró la muerte. El almirante mallorquín Arnau de Cassà, que llegó al mando de las galeras que había enviado el rey Sancho, fue el encargado de recoger el cadáver de Ferrando y de repatriarlo junto a su hueste. Siguiendo sus deseos testamentarios fue enterrado en el convento de Santo Domingo de Perpinyà.

* Cronista oficial de Palma