La idea surgió casualmente. En una comida, junto a Antònia Sabater se sentó "un señor que hablaba diferente, muy bien". La filóloga quedó impactada por su lenguaje, no solo por la forma, sino también por el contenido. "Le dije que me gustaba mucho su manera de hablar y respondió: ´Los señores hablamos de otra forma´. Era Nicolau Dameto i Squella". La Universitat la animó a investigar sobre el tema, ya que este ´sociolecto´ de la nobleza iba a desaparecer en breve. La tesis doctoral primigenia, para la que entrevistó a 24 nobles de Ciutat, se ha convertido ahora en el libro Els senyors de Palma. Història oral, que fue presentado ayer en el Centre Cultural Sa Nostra.

-¿Qué caracteriza el habla de la nobleza?

-Sobre todo el tratamiento hacia otras personas, el léxico y formas verbales arcaicas. Suelen utilizar subjuntivos que Alcover ya decía que estaban en desuso, pero para la nobleza siguen vigentes, como por ejemplo que jo faça, que jo diga. No les gustan las formas que acaban en i. Encuentran que son vulgarismos. Asimismo, la pronunciación de los apellidos de otros nobles es diferente.

-¿Para enfatizar?

-No, en absoluto. No les interesa porque todos se conocen. Esta clase social no necesita hacerse notar y no les gusta. Son gente sencilla, aunque sean un poco especiales en sus costumbres. Les gusta la tradición, la sencillez y las palabras mallorquinas bien dichas. Están orgullosos de ello y por eso lo mantienen.

-¿Las nuevas generaciones han heredado este lenguaje?

-Sí. Lo consideran un distintivo de clase, por lo que lo conservan y lo transmiten a hijos y nietos. Les enseñan desde pequeños y les riñen si utilizan vulgarismos. Conozco chicos jóvenes que se dirigen a su abuelo como senyor avi, no sé si dirán también vossa mercè. Hay tratamientos propios de los nobles, así como muchos arcaismos.

-¿Por ejemplo?

-Utilizan apotecaria para decir farmacia, cuixot para jamón, fraula para fresa. También dicen palabras que no son correctas en catalán, como abrigo, que es un castellanismo, aunque lo hacen porque ellos llevaban capas y cuando, en el siglo XVII, aparece la nueva prenda de la península, la incorporan con su nombre, sin mallorquinizarla. Ha perdurado hasta hoy en día. También usan la palabra mundo, en castellano, para referirse a grandes baúles de viaje.

-Cuando en el libro afirma que la nobleza constituye una isla dentro de una isla, ¿es porque viven en otro mundo?

-Es porque se trata de una clase social muy cohesionada, están cerrados en sí mismos, se casan entre ellos, ya que la endogamia es fundamental para que haya continuidad. Buscan a su igual, porque si contraen matrimonio fuera de su estamento social, se quedan relegados.

-¿Cómo es su carácter?

-Están orgullosos de ser quienes son, evidentemente, algo que creo que en Mallorca es bueno. Tendríamos que estar todos muy orgullosos de ser quienes somos. Lo más importante para ellos, más que el título nobiliario, es ser descendientes de los caballeros de la conquista. Que su dinastía haya llegado a la isla con el rey Jaume I. Ante esto no hay título que valga. Si hubiese que elegir una palabra, la más importante es casa. No dicen que alguien es el Marqués de la Torre, sino que es de Ca la Torre, de Ca La Gran Cristiana, de Can Formiguera. Una palabra tabú es palau, ya que el único palacio que existe es el del Obispo. Ellos tienen la casa y lo peor que puede ocurrir es perder la casa pairal. Lo venden todo menos la casa pairal, pero no les digas que es un palau, ya que te mirarán mal.

-¿En el siglo XXI, no se trata de una clase social periclitada?

-El mundo ha cambiado mucho. No es lo mismo un noble antes de la Guerra Civil que después, y menos ahora. No se extinguen como clase, pero han dejado de vivir como en Bearn. Llevaban así desde la época medieval.

-¿Así vivían las personas a las que entrevistó?

-Hice las entrevistas entre 1991 y 1995 a personas de un mínimo de 65 años hasta más de 90. Han muerto todos menos dos. Eran testimonios excepcionales del siglo XX y de una forma de vivir impresionante. Te contaban que iban de la casa pairal, en Ciutat, a la casa de possessió con carros y todo lo necesario para vivir allí durante meses.

-Hace años las clases sociales altas pensaban que hablar en castellano era más elegante.

-Era la burguesía, que cuando cambiaba de estamento social también cambiaba de idioma. Sin embargo, la nobleza de la isla nunca lo ha hecho. Ha sido fiel, a diferencia de la nobleza catalana y, sobre todo, la valenciana.