Los nombres tradicionales de las calles se relacionaban con los oficios que allí se practicaban o con el nombre de algún personaje popular o notable que vivió en ellas. En Palma abundan los topónimos derivados de una actividad productiva. Sin ánimo de ser exhaustivos, citaremos algunos ejemplos. Paraires, porque allí estuvo el gremio relacionado con el tejido de telas. Argenteria, porque todavía en nuestros días, y pese a la evidente decadencia, continúa agrupando un buen número de joyerías. Esparteria, Corderia, Gerreria, Ferreria..., todas muy próximas, describen lo que hasta finales del siglo XIX fue el barrio industrialmente más activo de la ciudad. Pes de sa Farina, Pes de sa Palla, Pes des Formatge... porque en ellas se encontraban las básculas de pesaje público de cada uno de estos productos. Capellers, Guixers, Moliners, Flassaders... una lista demasiado larga para un artículo breve.

La costumbre de rotular las calles con nombres de obispos, políticos y militares es reciente. Cuando reemplazan denominaciones tradicionales, difícilmente triunfan. Ahí están los casos de la Rambla –a la que nadie añade dels Ducs de Palma de Mallorca– o el Born –al que casi nadie llamó Paseo del Generalísimo durante la dictadura–. Otra cosa son las vías de nueva apertura.

Cuando en los años 50 comenzó la urbanización de s´Hort den Moranta –Jaume III y aledaños–, las nuevas calles fueron bautizadas con nombres y títulos de la nobleza de la época del rey muerto en la batalla de Llucmajor. Uno de los más curiosos es el de Baró de Santa Maria del Sepulcre. Ni mas ni menos que 27 letras. Probablemente no encontremos nada más largo en el nomenclátor de Palma, tanto que en algunos impresos faltan casillas para escribirlo entero. Es curioso que en esta vía de cien metros de longitud haya abierto sus puertas una decena de tiendas de ropa y complementos para niños. Si la bautizaran hoy de acuerdo con criterios de antaño, seguramente sería nominada como calle dels Nins, lo que ahorraría 24 caracteres a los aficionados al tuiteo. Por cierto, diez tiendas de moda infantil y una de material erótico. Aunque la relación es evidente.