Cuando usted lea a Nina Parrón quizá haya votado ya, puede que esté a punto de hacerlo, es probable que acuda en el último momento. Incluso puede decidir no hacerlo. Nada de lo que se diga aquí es susceptible de hacer campaña, aunque Nina Parrón Mate –Sevilla, 1957– habla claro y como ella misma apunta: "Como nada humano me es ajeno, me encontrarán en la plaza de España". Lo dijo dos días antes de las elecciones de este 22-M.

Nina Parrón, presidenta del Consell Balear de les Dones, integrante en Médicos del Mundo, historiadora y antropóloga, es una feminista "radical", es decir, de raíz. Por ello no enmudece y reconoce que "uno de los problemas del feminismo de hoy es que se ha institucionalizado y que haya olvidado su origen subversivo".

Militante en la izquierda, sin siglas actuales que la dibujen porque su mapa es amplio, sí apunta que su "conciencia social y política nació en Perú". El exilio de un tío tras la Guerra Civil llevó a la familia de Sevilla al país andino. "Viví de los 7 a los 14 años y yo quería regresar a España. Gracias a dos golpes de estado y a dos terremotos, volvimos", relata. Vivió diez años en Madrid y de ahí pasó a Palma.

Hoy aguarda, como muchos otros, que "no gane un partido que se ha cargado la Ley de Igualdad que siendo mejorable, estaba consensuada, y que seguro que nos pondrá una ley de la Dona cuyo término ya es de por sí obsoleto. Ahora de lo que hay que hablar es de políticas de igualdad".

—Dice que su conciencia social y política la hizo en Perú. ¿Le amplió la mirada?

—Desde luego, y por eso entiendo el choque cultural entre países tan diferentes. Lo diferente tiene registros que se le escapan al que va a vivir a otro país. Si a mí, que era una privilegiada y no una paria, me costó, te puedes imaginar lo difícil que es para muchos inmigrantes hacerse a un nuevo lugar, una nueva cultura, una nueva lengua.

—¿Cómo se posiciona frente al movimiento llamado 15-M que ha acampado en las plazas de España?

—El mundo ha cambiado y los políticos no se han enterado. Siguen esgrimiendo conceptos del siglo XIX pero ahora se están manifestando personas con estudios junto a trabajadores, jubilados, mujeres y con una herramienta como internet que ha disparado el movimiento. Ésto que ha estado ocurriendo estos días en las plazas es democracia participativa. Los partidos políticos son dinosaurios y ahora tienen que cambiar. Un gobierno tiene que tener muchos agentes sociales. Soy una firme partidaria de la democracia participativa.

—¿Estamos ante un cambio de modelo o es simplemente un hecho efímero?

—He estudiado historia y antropología y ha aprendido que los cambios son a largo plazo. Lo que está ocurriendo estos días en España tuvo su inicio en Seattle y antes de eso en los años 70 en los movimientos pacifistas, ecologistas y feministas. Ahí empezó todo y no se va a terminar. Hemos nacido con el adn de la movilización. Somos parte de un proceso. Estamos avanzando desde los 70 hacia una democracia participativa, heterogénea y variopinta.

—¿Qué asemeja a aquellas sufragistas que pedían el derecho a votar que no tenían a éstas jóvenes de ahora que desconfían del poder democrático de los votos?

—Les una la capacidad de rebelarse. Las organizaciones no gubernamentales, los partidos, todos son instrumentos. Las jóvenes de ahora que no quieren el voto es a lo que hay. Recuerdo la marcha mundial de mujeres y aquella bufanda kilométrica que recordaba cuando en la Revolución francesa los hombres no dejaron a las mujeres que participaran y ellas se pudieron en la puerta de las casas a hacer calceta. A las mujeres nos ha costado tanto estar, incidir en la vida pública... Dicen que son apolíticas y no es cierto: son apartidistas. La política es maravillosa pero la clase política la está llenando de mierda.

—¿Les critican que no tengan ideología?

—Pienso que es lo mismo cuando aseguran que los jóvenes no son políticos. Yo no he entrevistado a los que están acampados pero está claro que hay conciencia de ciudadanía y que han dicho basta. ¿Qué son las ideologías? Lo que te hace actuar, lo que te diferencia de la masa.

—¿Se atreve a dar un pronóstico?

—No sé qué puede pasar y no me angustia. La ciudadanía está hablando y mirando a los ojos al poder. Aspiraría, eso sí, a que estos movimientos durasen hasta las elecciones generales. Estoy segura que aunque se disuelva, quedará algo que volverá a salir. Es como el Foro Social. Hay gente que no tiene procesado grandes reflexiones, están los indignados, los que piden más. Su radicalismo es lo que más me gusta porque cuestionan el poder establecido, piden más justicia y más equidad.

—Algún observador asegura que favorecerá al PP porque son votos de castigo a la izquierda, sobre todo al PSOE.

—Es un castigo a los dos partidos grandes, al PP y al PSOE. Es cierto que el electorado del Partido Popular es más fiel porque el voto de los que somos de izquierda es más caro. Puede que favorezca al PP pero después tendrá que enfrentarse a un movimiento enfadado que le mirará a la cara.

—¿Dónde está el feminismo hoy?

—Uno de los problemas es que el feminismo se ha institucionalizado y estos ha provocado que muchas mujeres se muevan en lo políticamente correcto por miedo. Han olvidado que el origen del feminismo es subversivo y que cuestiona el poder patriarcal. Yo me he mantenido en los márgenes. Esta cierta dejación la percibo más en Balears. Se ha instalado el miedo a que nos llamen locas. ¿Qué más me da si como dice la canción, ´sabemos lo que queremos?

—¿El feminismo también se ha acomodado?

—El feminismo no, algunas feministas, sobre todo de la administración, de los partidos, y eso que les reconozco el mérito de haber abierto brecha porque el poder patriarcal es tan grande. Tengo la sensación de que nos han dejado dar tres pasos para callarnos. El poder es muy prepotente y no nos tiene miedo, pero están mosqueados.

—Pero si en este gobierno se cumple la cuota...

—Sí, sí, pero piensa que ahora hay tantas mujeres en la política porque el poder está en la economía. ¿Cuántas mujeres están al frente de las grandes corporaciones?

—¿Los hombre nos temen, nos ignoran, nos desconocen? ¿Sienten aún prevención hacia las mujeres?

—Habría que preguntarles a ellos. Prefieren a una mujer no conflictiva pese a que les quitamos muchas cargas, porque también es duro tener que ser un macho. Como soy una persona optimista, creo que muchos hombres están reconstruyendo lo que significa ser hombre.

—¿La isla es especialmente machista o no?

—He viajado mucho y en todas partes he visto lo mismo. El machismo es universal, sólo cambia el envoltorio cultural. Mallorca no es más machista que el resto, y dicho esto, no sé si alguien se pueda sentir tranquilo.

—Nos hemos quedado sin ley de igualdad. ¿Era necesaria?

—Nos la han tumbado. El PP enBaleares hizo la ley de la Mujer y es un término obsoleto. Ahora estamos en políticas de igualdad. La ley, a la que le pongo peros, estaba consensuada, hubo oportunidad de alegar y el PP no lo hizo. Nos sentimos engañadas e indignadas, por eso estamos recogiendo firmas. Queremos un ley de igualdad.

—Si el poder es patriarcal, ¿para una feminista debe ser difícil elegir en unas elecciones?

—Hay diferencias entre partidos políticos, aunque también en la izquierda existen muchos hombres machistas. Si gana el PP, las mujeres perderán avances fundamentales y se avanzarán en leyes anticuadas y no debatidas con nadie. Eso es un retroceso.

—¿Cómo se le queda el cuerpo cuando lee noticias como el encarcelamiento al presidente del FMI por un supuesto delito de violación?

—Conozco acciones igual de prepotentes dentro de ámbitos más modestos de la política. En muchos casos, en determinados países, políticos implicados en redes de prostitución, y ésto lo olvidamos. Para Strauss-Kahn espero un juicio justo pero contundente, y espero que su mujer sea capaz de hacer algo distinto a aquellas otras que defienden a su maridos, ponen cara de póker y se tragan el sapo.