Esto de los artículos ciudadanos puede terminar convirtiéndose en una necrológica constante de tiendas y establecimientos. Las desapariciones se suceden a una velocidad difícil de alcanzar por las reflexiones y las crónicas. Y mientras tanto se evaporan los testimonios ciudadanos. Son sustituidos por nuevos personajes y otras historias.

Varios lectores me han escrito reseñando la pena que les originó el cierre del Quiosco Reina. Es curioso que un local tan pequeñito, siempre atiborrado de postales, periódicos y revistas, ocupara un espacio tan grande en el corazón de la ciudad. El quiosco siempre estará asociado a aquel Born de otros tiempos, del yate Rizz, el jardín del Wagons Lits Cook y la cigarrera de Sant Feliu.

Antonia, la quiosquera, es un personaje entrañable. Todos la recuerdan con cariño. Y otro elemento que no debería perderse es el letrero luminoso tan sesentero: "Prensa y revistas españolas". Representa una estética, un momento del diseño marcado por el resurgir de una Palma cosmopolita, escenario de reportajes y películas.

El cierre de este comercio viene a coincidir con el naufragio de los quioscos callejeros de Palma. Ahí los tenemos, cerrados, degradados. A veces, a su sombra se instala un vendedor ambulante con su mesita de cámping. En un esfuerzo por mantener aquel puesto de venta. Incluso el quiosco de unos grandes almacenes de Jaume III ha desaparecido.

Lo triste de muchos de estos cambios es que con ellos se pierde el factor humano. Donde antes había una tienda personalizada, con nombres y apellidos, se instalan ahora franquicias y sucursales de empresas grandes. Será difícil que recuperemos a las muchas "Antonias" que la ciudad va perdiendo, que desaparecen por las sombras de la actualidad de forma irremediable. Sustituidas por las franquicias, el negocio multinacional y la impersonalidad.