Poco después de la conquista cristiana de Medina Mayurqa, se fundaron en la ciudad cuatro parroquias: San Jaime, en honor al rey conquistador; Santa Cruz, por estar bajo la jurisdicción del obispo de Barcelona ya que la catedral de la capital catalana la tiene como titular; San Miguel, en agradecimiento a la protección especial que tuvo el arcángel sobre las huestes de Jaime I, así como el importante papel que tuvo el dominico fray Miquel Fabre durante la conquista como consejero del rey; y Santa Eulalia, en memoria de la santa patrona de Barcelona. De esta última hablaremos hoy.

La iglesia parroquial de Santa Eulalia, situada en el corazón mismo de Palma, es la más antigua de la ciudad y siempre ha sido considerada como la parroquia de mayor solemnidad, extensión y actos de culto celebrados. Su jurisdicción llegó a abarcar un gran territorio que llegaba a delimitar con Algaida y Llucmajor. Poblaciones como Sant Jordi, es Coll d´en Rabassa, La Soledad, Son Ferriol... pertenecían a ella. En cuanto al templo parroquial, al observarlo uno se da cuenta de que tiene delante de sí un edificio de alto interés histórico-artístico y con unas características que lo convierten en excepcional. Sus orígenes como lugar de culto se remontan a los años que siguieron inmediatamente después de la Conquista de Mallorca de 1229, en que se utilizó una antigua mezquita, cuyas dimensiones debieron ser más bien modestas. Hacia finales del siglo XIII se decidió iniciar el nuevo templo. Ya desde un principio se optó por levantar una iglesia de tres naves, caso único en la Mallorca medieval (la Catedral inicialmente tenía que ser de una sola nave). A pesar de poseer este privilegio, la historia de su construcción no fue nada fácil. En una visita pastoral de 1570, se habla de la necesidad de acabar la iglesia, pues aún no se había concluido el último tramo de las naves, ni se había construido la fachada principal, la meridional. La parte más antigua es la cabecera, donde está el deambulatorio, del cual destaca, a parte de los elementos estructurales del edificio (arcos, pilares y bóvedas), los trabajos escultóricos de las claves de bóveda en dónde se representan a la manera de un gótico muy arcaico el Tetramorfos (es decir, representación simbólica de los cuatro evangelistas) o el Pantocrátor. En la parte central de la girola se encuentra la capilla del Santísimo Sacramento, que acoge un monumental sagrario que constituye una de las mejores piezas de este tipo en Mallorca, por no decir la mejor. Data del año 1927, debido a que los marqueses de Vivot habían encargado la restauración integral de la capilla. Dicho sagrario fue proyectado por el propio marqués de Vivot, don Juan Miguel Sureda y de Verí, el mismo que años antes había diseñado la fachada principal del templo en 1893. Se trata de un bellísimo sagrario neogótico de madera dorada profusamente trabajado y que queda protegido por un baldaquino de alabastro en forma de templete de la misma traza con largos y finos pináculos. Todo el conjunto a su vez descansa sobre un altar de la misma piedra. Contiguo al deambulatorio se encuentra el coro. Aquí fue ubicado desde su inauguración -el altar mayor se consagró en 1321-, aunque durante el siglo XVI, al haberse prolongado las naves y siguiendo la costumbre que se impuso en aquella época, el coro se colocó en el centro de la nave central, y así se mantuvo hasta el año 1740, momento en el cual se remodeló todo el presbiterio, se cambió el retablo mayor y se repuso el coro en su lugar original. Algunas de las esculturas del retablo mayor medieval de Santa Eulalia se conservan en los pilares que flanquean el coro del Templo. Se trata de las figuras de la Virgen, Santa Eulalia, San José, San Juan, San Onofre y San Jerónimo. Uno de los elementos que atrae poderosamente la atención del que visita el interior de la iglesia es el retablo mayor, que, como se ha dicho, se colocó a mediados del siglo XVIII, sustituyendo otro más antiguo (databa de 1547). A la manera de un gigantesco relicario barroco, el retablo sigue la traza del dominico fray Albert Burguny. La pintura que ocupa la parte central, que representa a Santa Eulalia, es obra del prestigioso pintor Guillem Mesquida. Flanqueando dicho retablo, en las naves laterales se encuentran dos portalitos góticos, los cuales provenían de Can Thomàs des pedrís des Born, que es esa casa colosal y decrépita que bosteza en la parte baja del Born esperando a ser restaurada y habitada. También destacan las dos puertas que permiten el acceso por los laterales del templo y datan de las primeras décadas del siglo XIV. Entre otros muchos elementos que podemos mencionar de este templo encontramos: el Sant Crist de la Conquista, que disfruta de gran devoción entre los palmesanos; los retablos medievales de la Dormición de la Virgen; de San Blai, patrocinado en 1414 por don Guillermo Abrí-Dezcallar y Santa Coloma; la tabla de El Salvador; o el antiguo púlpito desde el cual, según la tradición, predicó San Vicente Ferrer? estas y otras muchas cosas más justifican la visita pausada del templo.

(*) Cronista de la ciudad