Cruzado el ecuador de la legislatura, buena parte de los problemas del Govern Balear parecen concentrarse en dos focos principales: la difícil relación que mantiene el ejecutivo con Podemos, su principal socio externo, y la continua marejada que sacude, desde hace meses, la conselleria de Turismo, controlada por el actual vicepresidente del Govern y uno de los hombres fuertes de la institución, el nacionalista Biel Barceló. Desde el inicio del actual pacto de izquierdas, los problemas en Turismo han sido recurrentes. Por una parte, la polémica se ha centrado en algunas de las decisiones que se han tomado desde la conselleria, como sería el caso de la nueva regulación que afecta al alquiler vacacional o de la fuerte subida aplicada a la ecotasa para la próxima temporada alta. Por otro lado, Turismo se ha visto afectada -directa o indirectamente- por una doble crisis, como consecuencia de sendas investigaciones judiciales, que ha terminado forzando la dimisión de dos de sus principales altos cargos: nos referimos al conocido como caso Contratos y a la sorprendente aparición del nombre de Pilar Carbonell, directora general de Turismo, en el sumario del Caso Cursach por un presunto trato de favor al magnate del ocio nocturno palmesano.

De acuerdo con el informe policial, la ya exdirectora general se habría implicado directamente en acelerar los trámites de un expediente referente al local Megapark, perteneciente al grupo Cursach. Según consta en el juzgado, Pilar Carbonell mantuvo numerosas conversaciones telefónicas con el directivo del grupo empresarial, Tolo Sbert, actualmente en la cárcel y que pretendía acelerar la tramitación de dicho expediente. Más allá de la eventual ilegalidad presuntamente cometida por Carbonell -y que corresponde solo a la justicia dictaminar-, en medios políticos ha causado sorpresa la fluida relación que mantenía la exdirectora general con el alto ejecutivo del importante grupo de ocio. Ha sido precisamente esta ristra de conversaciones telefónicas -investigadas por la policía-, la que ha forzado la dimisión de Pilar Carbonell, tras dejarla en una comprometida situación política.

El vicepresidente del Govern, Biel Barceló, declaró el pasado viernes que la imputación de su exdirectora general le "afecta personal y políticamente", al tiempo que advertía de que no iba a presentar su dimisión como le exige la oposición. Se trata, desde luego, de una posición delicada para el líder de Més, que es víctima política del alto listón que siempre ha impuesto el partido nacionalista en lo que concierne a la ejemplaridad pública, circunstancia que le honra. Es cierto que el descabezamiento de una parte de la cúpula de la conselleria, tras la salida forzada de Pere Muñoz y de Pilar Carbonell este último año, subraya el nivel en la asunción de responsabilidades que está dispuesto a asumir Biel Barceló al frente de Turismo; pero al mismo tiempo persiste una cierta sensación general de que el vicepresidente actúa al rebufo de los acontecimientos y obligado por las circunstancias.

Debemos señalar finalmente que tanto el caso Contratos como el que afecta a Bartolomé Cursach se encuentran en sus inicios, por lo que el desarrollo de las investigaciones judiciales seguirá marcando la imagen de la Conselleria en los próximos meses. Lógicamente, queda por saber en estos momentos de qué modo los acontecimientos futuros terminarán incidiendo en la relación y en la confianza política existente entre los distintos socios del gobierno.