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Eduardo Jordà

Las siete esquinas

Eduardo Jordá

Jaque perpetuo

En ajedrez hay una situación que se llama el 'jaque perpetuo', que también recibe el nombre de 'tablas por rey ahogado'. Cuando se produce esta...

En ajedrez hay una situación que se llama el 'jaque perpetuo', que también recibe el nombre de 'tablas por rey ahogado'. Cuando se produce esta situación, ninguno de los dos rivales puede ejecutar el jaque mate final porque a su vez está sufriendo un mate por parte de su adversario. Aunque parezca una situación poco corriente, más propia de aficionados que de grandes maestros, se ha dado en bastantes ocasiones. La más famosa, quizá, fue la partida entre dos grandes maestros soviéticos, Stolberg y Pimenov, que jugaban un torneo en Rostov del Don, en junio de 1941. La partida terminó en un jaque perpetuo, y cuando iba a celebrarse la partida definitiva, tuvo que cancelarse definitivamente porque la Alemania nazi acababa de invadir la URSS. El joven maestro Stolberg, que estaba haciendo el servicio militar las pocas fotos que se conocen de él lo muestran con uniforme de soldado, murió al año siguiente en combate, cerca del Mar Negro. Tenía veinte años. La vida, esa otra partida de ajedrez, tenía previsto otro jaque perpetuo para él.

Desde hace un año, todos sabemos que esa situación del jaque perpetuo es la que se está viviendo en la política española. En las elecciones catalanas de septiembre del año pasado el parlamento quedó dividido en dos mitades casi idénticas entre los partidarios de la independencia y los opuestos a ella, de modo que ninguna de las dos mitades tenía poder suficiente para imponerse sobre la otra. Y ahora, desde las elecciones del 20-D, vivimos una situación similar en la política española: ninguna de las dos mitades tiene fuerzas para superar a la otra. Las elecciones de junio no cambiaron gran cosa, y si hay unas terceras elecciones el día de Navidad aunque lo más natural sería que se celebraran el Día de los Inocentes, es probable que su resultado tampoco cambiase nada. Y seguiríamos metidos en un jaque perpetuo. A menos, claro está, que una potencia extranjera el Kazajistán de Borat, quizá decida invadirnos por sorpresa.

¿Hay alguna probabilidad de que triunfe el pacto PP/Ciudadanos y Mariano Rajoy consiga la investidura? Yo creo que no. Nuestra clase política está tan empantanada en ese jaque perpetuo que es prácticamente imposible que se produzca un movimiento hacia un lado o hacia otro. Y la situación es mucho más absurda porque no hay alternativa posible por el otro lado. Hay quien pide "un gobierno del cambio", pero el gobierno del cambio sea eso lo que sea tendría que contar con los votos de dos partidos independentistas (o tres, si se cuenta a Bildu) que quieren destruir la caja común de las pensiones y la Seguridad Social (o más bien lo poquito que queda en la caja), y que además han iniciado un proceso ilegal de independencia que no puede ser asumido por ningún Estado de Derecho. No creo que haya ningún país del mundo donde se gobierne con el apoyo directo o indirecto de movimientos políticos que han iniciado un proceso ilegítimo que afecta a un territorio sometido a la soberanía nacional. Ni siquiera en el Kazajistán de Borat podría existir un gobierno así, aunque entre nosotros haya gente que no sólo lo ve factible sino deseable. Y repito que se trataría de un gobierno que habría de gobernar con el apoyo de partidos que ya han iniciado un proceso ilegal de independencia. Llamar "gobierno de progreso" a un gobierno así vendría a ser lo mismo que llamar actor de sutiles matices a Dwayne Johnson, alias La Roca.

En estas condiciones, lo más razonable sería pactar un acuerdo que obligara al PP a hacer todas las concesiones posibles en materia económica y social. Si es verdad que nadie quiere unas terceras elecciones, ahora es el momento de conseguir un gran pacto que se abra a la izquierda. Mientras persista la situación del jaque perpetuo no se podrá llevar a cabo reforma alguna, porque las reformas necesitan una mayoría parlamentaria eso lo saben los párvulos, pero no nuestros políticos que se inspiran en Borat, así que lo más sensato sería intentar alcanzar un pacto de mínimos sobre un programa de emergencia social, política fiscal y crecimiento económico. No es imposible, no es irrealizable todo consiste en proponer, en negociar, en pactar, pero es evidente que eso tampoco se hará. Y así, dentro de un año, o dos, seguiremos igual, empantanados en el jaque perpetuo de los noes intransigentes y los gritos histriónicos. O en las tablas del rey ahogado, si lo decimos de otra forma. Aunque a este paso seremos nosotros, los ciudadanos, los que vamos a acabar ahogados: de tedio, de rabia, de hartazgo. Y de vergüenza.

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