Quienes pronosticaron que la concesión de un segundo casino en Mallorca acabaría en los tribunales, están a punto de confirmar su acierto. Pero, por repartido, será en todo caso un premio de consolación porque, visto la forma en que se han desencadenado los acontecimientos desde el pasado 22 de noviembre, cuando el Govern otorgó la concesión al Teatro Balear, el acierto no era cuestión de azar o intuición, sino de mera observación de la realidad y de los comportamientos de sus actores.

Parece como si en este archipiélago nada pudiera prescindir ya de la intervención, la mediación o la acción de la Justicia. Tutela legal para quienes son incapaces o insolventes para regirse por el orden establecido y las garantías básicas con el agravante de que, a día de hoy, estas carencias se dan, básicamente, en el ámbito de la Administración. En estas estamos. Todo un planteamiento y una reflexión por hacer.

Como se esperaba, los dos grupos empresariales perdedores en la adjudicación del casino otorgado al Teatro Balear, se disponen a plantear batalla ante los tribunales. Con toda probabilidad, ello es consecuencia del amplio margen de interpretación y valoración de tintes subjetivos que permitían las bases de la convocatoria. Cabe recordar que, al final, hubo menos de un punto de diferencia entre los tres pujantes y que el ganador obtuvo la concesión primordialmente por la buena valoración de sus garantías personales y financieras. Esto es lo que parecen reprochar ahora las otras dos partes y que tienen decidido elevar primero a la Dirección General de Comercio y Empresas y después, si se tercia, a los tribunales de lo contencioso-administrativo.

Nervión, el grupo que presentó el proyecto de la Platja de Palma, con un hotel de cinco estrellas anexo al casino, se queja de que sus garantías personales y financieras fueran valoradas sólo con un 0,01 y Merkur, la opción de Bendinat, se ha dado cuenta de que no se respetaron sus avales o, por lo menos, esto es lo que interpreta. El litigio pues, parece estar servido, con lo que el segundo casino de Mallorca que debía entrar en fase de ejecución inmediata, en el mejor de los supuestos, va para largo.

Con la intención de evitar pasos en falso, se va solicitar la suspensión de la licencia de obras por lo menos hasta que se resuelva el litigio. A todo ello hay que sumar todavía que, el Ayuntamiento, como se recordará y más allá de los comportamientos formales, dejó patente su malestar por la concesión al Teatre Balear. Su apuesta, mal disimulada, era la de la Platja de Palma, pero el Govern, con un ocasional interés municipal, vió en la opción de la Plaça del Olivar su oportunidad de contribuir a la animación del centro de la ciudad. El casino vuelve a situarse en el alero. Y en la incertidumbre. Como el mismo juego.