Quien avisa no es traidor. Y el que ahora avisa es el último premiado con el Nobel de Economía junto a otros dos colegas, y profesor de la Universidad de Yale, Robert Shiller. Hay demasiado dinero por ahí sin saber qué hacer, dinero que está haciendo subir las bolsas de valores en todo el mundo y que puede provocar cuando menos se espere el estallido de nuevas burbujas inmobiliarias en países como Brasil o China.

En Rio de Janeiro, por ejemplo, el precio de la vivienda ha crecido un 230% desde 2008, mucho más que por ejemplo en China, donde lo han hecho un 38% desde 2009 gracias a una política monetaria más bien laxa y a la alegría con que se conceden allí créditos. Pero algo parecido está ocurriendo en Rusia, en la India o de nuevo en Estados Unidos. ¿Nos suena a algo a los españoles?

Pero no es sólo en ese sector donde se está invirtiendo alegremente sino también en el mercado de acciones, por ejemplo, en Estados Unidos, según advierte Shiller en una entrevista que ha concedido al semanario Der Spiegel. Ese boom bursátil resulta especialmente inquietante para algunos porque la economía norteamericana sigue siendo excesivamente vulnerable.

Shiller no quiere resultar de momento demasiado alarmista, pero avisa de ese doble fenómeno: las alzas bursátiles en muchos países y la explosión de los precios de la vivienda, sobre todo, aunque no sólo, en los emergentes. El problema del que advierten también otros expertos como el alemán Werner Abelshauser, que ha estudiado los ciclos históricos, es que actualmente los bancos centrales están inyectando dinero a espuertas a tipos de interés muy bajos.

Pero es un dinero que no se invierte por lo general en nada productivo. No se abren nuevas fábricas ni se desarrollan tantos nuevos productos que signifiquen un cambio económico real, por lo que mucho de ese dinero se ahorra con vistas al futuro o sirve para especular en Bolsa. En muchos casos, las exageradas cotizaciones que alcanzan los títulos de las empresas, sobre todo las tecnológicas, tienen difícil justificación.

Y quienes no saben ya donde invertir lo hacen también en las nuevas divisas virtuales, como Bitcoin, cuyo curso superó la pasada semana los 1.000 dólares cuando a comienzos de octubre no llegaba a los 200. ¿Puro efecto contagio o simple espejismo?

Preguntado si no sería conveniente que la Reserva Federal norteamericana cesase su política de dinero barato, Shiller dice no creer que haya en este momento una alternativa a lo que están haciendo ese y otros bancos centrales.

Pero sí cree que sería en cualquier caso preferible que los Gobiernos invirtiesen el dinero en "proyectos razonables" que sirviesen para apuntalar la coyuntura a que los bancos centrales siguiesen bajando aún más los tipos y animasen de esa forma a la gente a "comprarse casas todavía más grandes".

El economista norteamericano pone un ejemplo muy gráfico de lo que debe hacer un Estado para dinamizar la economía en fase de estancamiento: en el Medio Oeste americano no hay nada que hacer durante el invierno, así que la gente se dedica a reparar las cercas o a repintar los graneros.

Del mismo modo, dice, un Estado puede hacer que se acometan trabajos en las infraestructuras. Por ejemplo, el tren que lleva de Nueva York a Yale es muy lento. ¿Por qué no se construye una red de alta velocidad?, se pregunta el economista. Entre otras cosas, serviría para dar trabajo a mucha gente, y son además obras que quedarían y de las que se beneficiarían las siguientes generaciones.

Shiller cree que el llamado New Deal de intervención en la economía lanzado en los años treinta por el presidente Franklin D. Roosevelt para sacar a su país de la Gran Depresión tuvo elementos muy positivos. Por ejemplo, recuerda el premio Nobel, en Oklahoma se produjeron tremendas tormentas de arena como consecuencia de la sequía, y el Gobierno puso en marcha un programa para salvar el suelo. Programa que contribuyó a proteger entonces el clima.

"Hay que pensar en la forma de conseguir una economía dinámica y hay sobre todo que establecer prioridades nacionales y determinar qué bienes debe financiar el Estado. Lo mejor es hacer ambas cosas a un tiempo. Y eso no tiene por qué provocar un nuevo endeudamiento", concluye Shiller.